Los refugiados ugandeses LGTBI del campo de Kakuma en Kenia también celebrarán el Orgullo
El próximo sábado 16 se celebrará el Orgullo LGTBI en el campo de refugiados de Kakuma, en Kenia, en donde se acoge, entre otros, a cientos de ugandeses que han debido huir de la fuerte represión que sufren por razón de su orientación sexual o identidad de género. Una celebración con la que quieren expresar su deseo de poder vivir en libertad e igualdad, pero que se ven obligados a conmemorar al margen del resto de refugiados, que también les discriminan y agreden debido a su condición de personas LGTBI.
Cientos de ugandeses LGTBI se han visto obligados a huir de su país debido a las brutales leyes represoras existentes, que el Gobierno no ceja de intentar agravar aún más. Muchos de ellos han buscado asilo en la vecina Kenia, que acoge en sus campos a refugiados de varios países del entorno, en su mayor parte por razones de represión política.
En uno de ellos, Kakuma, los refugiados LGTBI ugandeses han decidido celebrar el Orgullo como se hace alrededor de todo el mundo, algo que sus propios compatriotas residentes en Uganda no podrán realizar. Sin embargo, deben enfretarse a grandes dificultades, entre ellas la de tener que protegerse de los demás habitantes del campo, hasta el punto de haberse visto a obligados a rodear el recinto donde celebrarán el Orgullo con empalizadas de arbustos espinosos, en prevención de los posibles ataques de los LGTBfobos. Así lo describen en su petición de apoyo publicada en GoFundMe:
Las personas LGBTIQ de campo de refugiados de Kakuma queremos celebrar este año el primer Día del Orgullo desde que salimos de nuestro país de origen y buscamos asilo en Kenia, debido al proyecto de ley «Kill the Gays», que fue aprobado por el presidente en 2014.
Vamos a celebrar este primer evento de Orgullo en nuestras instalaciones en el campo. Nos entristece no tener la oportunidad de celebrarlo en público con los demás refugiados, debido a su hostilidad hacia nuestra identidad de género, su odio, homofobia, injusticia, desigualdad, discriminación y prejuicios hacia nosotros.
Con sus escasos medios, han confeccionado algunos carteles que han colocado alrededor de todo el campo. Pero también han pedido la colaboración y ayuda económica necesaria para quienes tienen casi menos que nada. Buscan reunir 1.500 dólares (unos 1.280 euros) para que ese día pueda ser, además de una reivindicación, una fiesta, tal como acontece a lo largo de todo el mundo. Llenos de honradez, han publicado la lista de sus necesidades y su coste, en la que destaca que la principal de esas urgencias sea la comida. Afortunadamente, según podemos comprobar en GoFundme, parece que se ha conseguido reunir el dinero necesario. Les deseamos que la celebración transcurra en paz y que su situación sea resuelta de la mejor forma y en el menor plazo posible.
Su lucha y empeño son la demostración de que el Orgullo LGTBI es hoy más necesario que nunca.
Uganda: una pesadilla continua
La situación de las personas LGTB en Uganda es muy complicada. El artículo 145 del Código Penal castiga con penas que pueden llegar hasta la cadena perpetua a aquellos que “tengan conocimiento carnal contra natura con otra persona”. El mero intento de mantener relaciones homosexuales o lo que se denominan “prácticas indecentes” se castigan con hasta siete años de prisión.
Pero esta durísima normativa no parece satisfacer a los LGTBfobos. La presidenta del Parlamento, Rebecca Kadaga, insiste en reintroducir una ley que endurecería el trato penal a la homosexualidad, con la pretensión de introducir la pena de muerte en deteminados casos, y a la cual ella misma llegó a llamar “un regalo de Navidad”. El proyecto fue aprobado por el Parlamento en diciembre de 2013, pero finalmente fue invalidado por el Tribunal Constitucional a causa de una falta de procedimiento: se había votado sin el quórum necesario.
Por otra parte, se suceden los ataques a la libertad de reunión y asociación. En noviembre de 2015, de hecho, se aprobó una ley que permite al gobierno tener un control férreo sobre las ONG y asociaciones del país, pudiendo no autorizar sus actividades e incluso disolverlas si no se adecuan al “interés público” o si son “contrarias a la dignidad del pueblo de Uganda”. Las asociaciones LGTB ya avisaron de su peligro, ya que los activistas que trabajen en una organización que no cuente con el visto bueno del gobierno pueden llegar a ser encarcelados. Ello supone llevar la lucha por los derechos LGTB a la ilegalidad.
Pero conviene tener en cuenta que no todo depende del marco jurídico: la sociedad civil ugandesa también es fuente de ataques homófobos. Un ejemplo es el intento de linchamiento a un grupo de hombres homosexuales o los ataques que reciben los activistas que intentan llevar adelante la lucha pos sus derechos.