Puentes culturales y sexuales: críticas del filme «El repostero de Berlín» y la obra «Rocky Horror Show»
La heterosexualidad y la homosexualidad, como el este y el oeste, están tan separadas como unidas, según el punto de vista que se adopte. Las dos obras de las que hablo hoy reflexionan sobre diferencias de identidades, culturas y procedencias a la par que tienden puentes entre todas ellas. Hablo de la película El repostero de Berlín, de estreno hoy, y un nuevo montaje de la obra Rocky Horror Show que podrá verse en Madrid con motivo del Orgullo.
El repostero de Berlín (The Cakemaker, 2017) es un drama romántico germano-israelí en torno a la comida que explora las diferencias culturales entre Alemania, donde el protagonista (el tierno Tim Kalkhof) se enamora de un atractivo israelí (Roy Miller) con quien inicia una complicada relación a distancia, e Israel, adonde él acude tras la muerte de su amante, iniciando así una peligrosa relación con la mujer de este (Sarah Adle). Tras trabajar en varios cortos destacados, Ofir Raul Graizer dirige su primer largo aprovechando sus conocimientos culinarios. Y es que el joven emplea sus ratos libres para dar clases de cocina, lo que es palpable en las numerosas escenas culinarias de la película. Receptora del Premio Especial del Jurado de la sección East of the West del festival de Karlovy Vary, la cinta resulta interesante pero algo ingenua, desembocando el guion en giros extraños y clichés evidentes que resultan empero poco sonoros gracias al candor de los intérpretes y de la propia atmósfera recreada. No es una gran película, pero sí una llena de sensibilidad que garantiza un visionado agradable a la par que crea un puente entre oriente y occidente, algo que a día de hoy nunca viene mal.
Por su parte, la versión que se estrena este verano del Rocky Horror Show es una oportunidad para el público de acercarse más al musical original que en recientes adaptaciones, ya que cuenta con elementos renovados como la escenografía, que en esta ocasión tiene un papel más destacado; y el vestuario, acorde con la estética de la icónica película. Todo un lujo es la música en directo, con una banda de Rock&Roll que hará al público vivir las míticas canciones junto a los personajes, a través de los cuales cada espectador podrá sentirse parte de la propia obra, dejándose contagiar por este icono de la música rock y la normalización sexual. Coincidiendo con las fiestas del Orgullo, trece actores y seis músicos se subirán a las tablas del teatro Arlequín Gran Vía los días 29 de junio, 5 y 6 de Julio para llenarlo de magia en lo que es un anticipo de la programación del mes de octubre. La traducción de Juan José Ballesteros es fiel al libreto original y está dirigida por Pedro Entrena y coreografiada por Oskar Frendo, quienes sacan el mayor y mejor partido a una obra transgresora, divertida, sugerente y colorista. En ella, para quienes no estén familiarizados con la cinta original, dos cursis amantes de Ohio aterrizan en una mansión harto extraña dirigida por un travesti transexual transilvano que pondrá su mundo y sus ideales patas arriba.
Las dos obras tratadas abordan, de maneras opuestas (la primera, desde la ingenuidad, la ternura y el amor; la segunda, desde el desparpajo, la locura y la lujuria) la importancia de tender puentes entre formas de ser y pensar aparentemente opuestas, atrayendo como imanes identidades, sexualidades y culturas habitualmente dispuestas a evitarse.