Recuerdos que arañan y abrazan: críticas de las grandes novelas «Malandar», de Eduardo Mendicutti, y «Esplendor», de Margaret Mazzantini
El espíritu narrativo y personal de la literatura convierte al recuerdo en uno de sus elementos más importantes, sino el que más. A fin de cuentas, sean o no autobiográficos, todos los libros narrados en primera persona beben del poder de los recuerdos: qué recordamos y cómo lo recordamos. Por tanto, la nostalgia es clave de algunas de las mejores novelas de todos los tiempos. Hoy os hablo de dos de las obras más destacables que he leído últimamente, dos maravillas colmadas de melancolía: Malandar, del español Eduardo Mendicutti, y Esplendor, de la italiana Margaret Mazzantini.
Malandar (2018) es la última joya del escritor español gay por antonomasia, el gaditano afincado en Madrid Eduardo Mendicutti, quien vuelve a dedicársela a alguien que parece haber marcado su carrera durante el último quinquenio: “A Vicente, porque nunca fue demasiado tarde”. Mucho hay, nuevamente, del propio Mendicutti en esta obra, protagonizada por un joven que debe dejar La Algaida, con su icónica punta de Malandar y sus dos mejores amigos (Toni, por quien siempre sintió algo más que amistad, y Elena), para trasladarse a la capital española, tal y como el propio autor hizo en su día. La infancia y la adolescencia del personaje, Miguel Durán, con sus excursiones (a veces ―las mejores― prohibidas) a la playa, el pinar y el cine, son relatadas con sumo cariño, volviendo a hacer gala Mendicutti de su habilidad para transmitir fuertes emociones sin dejarse llevar nunca por el sentimentalismo. Su chisposo ingenio, de hecho, también está omnipresente, especialmente en el retrato del loco, sexual y crecientemente concienciado presente de Miguel, que se abre poco a poco paso en Madrid, triunfando como nunca podría haberlo hecho en su lugar de origen. Colmada de ritmo, emociones y sorpresas, Malandar es una de las obras más tiernas y divertidas del gran Mendicutti, una ciertamente inolvidable.
A diferencia del recién mentado autor, Margaret Mazzantini no es homosexual ni, por supuesto, hombre, pero logra igualmente ofrecer en Esplendor (Splendore, 2016) una de las novelas de temática gay más destacables de los últimos años. En ella (donde, como en Malandar, la relación entre dos hombres es la protagonista, aunque con una presencia mucho más igualada de ambas partes) asistimos a la infancia, adolescencia y madurez de Guido y Constantino, quienes se verán poco a poco distanciados por destinos opuestos pero serán incapaces de soltar aquello que los une: una mágica conexión pese a sus dispares personalidades (uno es intrépido e inquieto; el otro, sufrido y atormentado). Impregnada de un amargo pero confortable dolor que evoca el final de Llámame por tu nombre (André Aciman, 2007) [crítica], Esplendor nos sume en una montaña rusa de emociones de la que es imposible escapar, confeccionando dos personajes llenos de matices con los que sentirse identificado. Mazzantini, perfectamente comparable a Mendicutti en calidad y prestigio, ofrece una novela tan elegante como excitante marcada por el prejuicio que acompaña eternamente un amor que debería ser luminoso y desemboca sin embargo poco a poco en una oscuridad de la que será difícil salir impune. Una joya imborrable.
Como, espero, ya habrá quedado claro, Malandar y Esplendor son dos novelas maravillosas cuyas páginas destrozan y consuelan al mismo tiempo, demostrando respectivamente Eduardo Mendicutti y Margaret Mazzantini que la fama que los rodea no es en absoluto infundada. Y es que basta una página de cualquiera de las dos obras para palpar calidad literaria y respirar cálida nostalgia. Sean cuales sean vuestra sexualidad o interés, dejaos impregnar por su fuerza; no quedaréis indiferentes.