Alba Palacios (futbolista): «Soy leñera cuando me caliento en un partido»
Alba Palacios es futbolista y tiene 33 años. Desde hace nueve, trabaja como informática en una de las Cuatro Torres de Madrid. A los diez años, ingresó en la cantera del Pozuelo de Alarcón, pero no ha sido hasta esta temporada cuando por fin ha visto reconocido su derecho a participar en competición oficial en un equipo femenino. En 2017 comenzó a someterse a un tratamiento hormonal y, ahora mismo, juega en Las Rozas C.F., club de la Preferente madrileña. Piensa que el que la sigue, la consigue: «Voy a intentar llegar lo más lejos posible y, sobre todo, divirtiéndome».
Dice que con tres años ya tenía un balón en los pies. ¿Siempre fue una artista mainstream?
¡Qué va! Simplemente, no tenía otra cosa que hacer más que estar con el balón de fútbol y por eso le cogí tanto cariño.
En esa época, dormía con un balón pegado a su cuerpo. ¿No daba la economía familiar para ositos de peluche?
Bueno, el problema es que los ositos de peluche los usaba como portería cuando jugaba en casa y tenía miedo de que, al dormir, pudiesen tomar represalias. Por eso dormía con el balón, para que no me hiciesen nada.
¿A qué edad empezó a darle patadas a sus compañeros de colegio?
Pues con poquitos años. Que yo recuerde, sobre los tres o cuatro ya estaba corriendo y pegando patadas. Era la única manera de quitarle el balón al resto.
«El fútbol masculino es muy machista». ¿Está segura?
Completamente. ¿Cuántos hombres gais futbolistas han salido del armario? Cuando tienen que dar prioridad de horarios en partidos de fútbol, primero van los chicos y luego las chica. Y hay muchos más ejemplos. Yo lo he vivido cuando era chico y me dolía ver cómo dejaban sin campo a las chicas. Y ahora, como chica, me molesta que seamos las últimas. Es increíble.
¿Cuántas tarjetas rojas sacó en ese tiempo a idiotas?
La verdad que ninguna. Siempre he sido una persona bastante analítica, sin intentar destacar ni dejar que nadie pudiese ver a Alba. Por ello, he sido ‘normal’ y no he tenido que sacar ninguna tarjeta roja. Tenía mucho miedo.
Hasta junio de 2017 estuvo en un equipo de fútbol masculino. ¿Tiene más paciencia que el Santo Job?
Bueno, la verdad es que en su día nunca pensé en que pudiese jugar al fútbol femenino, e incluso que nunca llegase a poder ser Alba de cara al exterior. Me conformaba con jugar con los chicos, porque me encanta el fútbol.
Se apuntó a Las Rozas porque era el que más cerca le pillaba de casa. ¿Es vaga para todo?
Está claro que si puedo ser pichichi de la liga empujando solo los balones a portería y sin esfuerzo, mejor [se ríe]. No, es broma. Yo creo que, al final, tanto esfuerzo en cumplir tus sueños y la edad (que te da mucha experiencia) hacen que centres tus esfuerzos en las cosas importantes. Además, yo con esto quiero demostrar que podemos jugar en cualquier equipo, sea cerca o lejos de tu casa.
En su primer partido de la temporada, metió un gol a los veinte minutos. ¿Es usted la hostia o aquello fue potra?
Yo creo que puedo considerarme como la potrahostia. Yo creo que fue una combinación de ambas, ya que tenía tantos nervios que ni siquiera sabía lo que hacía, así que estuve en el momento indicado para empujar el balón. Tuve mucha potra y, cuando metí el gol, fue la hostia.
Últimamente la ponen a jugar de defensa central. ¿Le temen las rivales?
Supongo que, si se acercan mucho y me ven lo fea que soy, puede que sí [bromea]. Soy demasiado blanda en defensa. Intento quitar los balones sin hacer ninguna falta, y creo que ahí es cuando las rivales me prefieren de defensa antes que de extremo.
¿Alguna vez ha sido usted leñera?
Lo soy cuando me caliento en un partido. Digamos que soy de sangre caliente y si a eso le sumas que no me gusta perder… Si tengo que ir fuerte, voy.
¿Conoció a su novia pegando balonazos?
No, la conocí porque mi hermana me la presentó. Creo que estaba cansada de verme en casa encerrada y dijo ‘voy a ver si le ayudo un poco’. Es algo por lo que le estoy muy agradecida, ya que es el amor de mi vida.
¿Fantasea con llegar a un equipo de la máxima categoría del fútbol femenino?
Si te digo que no, te mentiría. Incluso cuando era Álvaro, soñaba que volvía a nacer como Alba e intentaba llegar a jugar en la máxima categoría, e incluso en la Selección. Pero cuando tienes los pies en la tierra y ves las pedazo de jugadoras que tenemos, lo veo bastante complicado.
«Mido 1,70 y peso 59 kilos. Mis rivales me empujan y me tiran». ¿Le ficharán de una liga superior con esa forma de autopropaganda?
[Se ríe] Para nada, yo creo que con esa forma de autopropaganda no me quieren ni en las ligas privadas. La verdad es que intento que vean las demás chicas que no me como a nadie y que soy una más. Pero, según como lo mires, es cierto que, si me quiero vender, no es la mejor manera.