El estado de Nueva York prohíbe las «terapias» de conversión de la orientación sexual o la identidad de género en menores de edad
La legislatura del estado de Nueva York ha aprobado la prohibición de las «terapias» reparadoras o de conversión de la orientación sexual o la identidad de género en menores de edad. Se convierte así en el 15º territorio de los Estados Unidos (14º estado, además de Washington D.C.) en poner coto a una práctica que no solo se ha demostrado inútil, sino peligrosa.
La prohibición de este tipo de intervenciones en menores de edad fue aprobada por 57 votos a favor y 4 en contra (en el Senado) y por 134 votos a favor y 3 en contra (en la Asamblea). Ambas cámaras están controladas desde este mes de enero por los demócratas, después de que en las elecciones de noviembre los republicanos perdieran el control del Senado estatal. Una circunstancia que ha favorecido la rápida tramitación de un proyecto al que la Asamblea ya había dado luz verde en ocasiones anteriores, pero cuya tramitación los republicanos habían bloqueado. Finalmente, ya con los demócratas controlando el Senado, el proyecto llegaba al pleno y recibía también el apoyo de varios senadores republicanos. El gobernador de Nueva York, el demócrata Andrew Cuomo, expresaba de inmediato su apoyo a la ley y su intención de rubricarla.
La nueva ley forma parte, de hecho, de un paquete de medidas en favor de las personas LGTB que Andrew Cuomo (reelegido también el pasado noviembre) había anunciado el pasado año. De hecho, junto a la prohibición de las «terapias» de conversión en menores, la legislatura de Nueva York también ha aprobado una ley de no discriminación por identidad o expresión de género, que entre otras cosas incluye la identidad de género en el listado de condiciones protegidas por las leyes del estado.
California fue el primer estado de Estados Unidos en prohibir el uso de las «terapias» reparadoras o de conversión en menores de edad en 2012, no sin gran controversia. Le siguieron el también estado de Nueva Jersey (varios meses después), Washington D.C. (cuyo Consejo legislativo aprobó la norma por unanimidad en 2014) y más tarde se sumaron Oregón, Illinois, Vermont, Nuevo México, Rhode Island, Nevada, Connecticut,
Washington, Hawái, Maryland, Delaware y New Hampshire. Hay además numerosos condados y ciudades que haciendo uso de sus competencias locales han promulgado normas similares.
En Europa, Malta fue pionera
En Europa la pionera fue Malta, que aprobó una ley en 2016. Irlanda y el Reino Unido también están dando pasos en esta dirección. En España, mientras tanto, la prohibición de este tipo de intervenciones ha sido ya contemplada en varias normas autonómicas y es una de las disposiciones que prevé la prometida ley en favor de la igualdad y no discriminación de las personas LGTBI, en discusión en el Congreso de los Diputados (aunque el PP intentó «colar» una proposición alternativa, en forma de enmienda a la totalidad, que no contemplaba este aspecto). Un proyecto que en cualquier caso permanece encallado por el desacuerdo entre las diferentes fuerzas políticas que en teoría lo apoyan y cuya aprobación a día de hoy no está asegurada.
En cualquier caso, conviene recordar que el Consejo General de la Psicología, órgano coordinador y representativo de los Colegios Oficiales de Psicólogos de toda España, emitió ya en 2017 un comunicado en el que recordaba que las intervenciones que prometen «curar» la homosexualidad carecen de fundamento. No es ninguna novedad, pero en estos momentos en los que la promoción de este tipo de intervenciones parece reverdecer en nuestro país (casos recientes como el de la «terapeuta» Elena Lorenzo, las charlas de Jokin de Irala o de Richard Cohen así parecen indicarlo) toda aclaración es bienvenida.
«No» rotundo de los especialistas a las «terapias» reparadoras
A nivel internacional, ya en marzo de 2016 tenía lugar un histórico pronunciamiento de la Asociación Mundial de Psiquiatría en contra de las terribles «terapias» reparadoras, intervenciones que no solo se han mostrado ineficaces para cambiar la orientación sexual de una persona, sino que resultan muy peligrosas (los riesgos incluyen depresión, ansiedad y comportamiento autodestructivo). Prácticas contra las que ya antes se habían pronunciado numerosas organizaciones profesionales.
Respecto al reto que suponen aquellas personas adultas que movidas por su fe religiosa conservadora acuden por voluntad propia a las consultas para cambiar su orientación sexual, ya desde hace años la Asociación Americana de Psicología recomienda ser «honestos» con ellos respecto a su eficacia, considerando que el objetivo en estos casos debe ser favorecer, sin imposiciones, la aceptación de la propia realidad. Posibles estrategias que sugería Judith Glasshold, la presidenta del comité que en 2009 revisó la evidencia disponible hasta esa fecha, eran insistir en determinados aspectos de la fe religiosa, como la esperanza y el perdón, frente a la condena de la homosexualidad, sugerir el acercamiento a confesiones religiosas que sí aceptan la realidad LGTB o, los casos más recalcitrantes, valorar la adopción del celibato como estilo de vida sin pretender cambiar la orientación.