El gobernador de Puerto Rico firma una orden ejecutiva que prohíbe las «terapias» de conversión en menores
El Estado Libre Asociado de Puerto Rico es el último territorio estadounidense en prohibir las mal llamadas «terapias» reparativas o de conversión en menores de edad. El gobernador Ricardo Rosselló firmó el miércoles de la semana pasada una orden ejecutiva para vetar estas peligrosas prácticas después de que la Cámara de Representantes rechazara tramitar un proyecto de ley aprobado por el Senado. Puerto Rico se une a quince estados, además de Washington D.C., que ya han prohibido estos procedimientos.
El 17 de mayo de 2018, Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, senadores de los tres partidos representados en la cámara introducían un proyecto de ley para vetar las «terapias» de conversión en menores de edad. El pasado 7 de marzo, el Senado aprobaba la medida por veinte votos a favor, siete en contra y dos abstenciones. Días después, sin embargo, el portavoz del Partido Nuevo Progresista (PNP) bloqueaba la tramitación de la propuesta en la Cámara de Representantes al considerar que existían pocas pruebas de la existencia de dichas prácticas en la isla y que la definición de las «terapias» que quedarían prohibidas era «demasiado amplia».
El gobernador Ricardo Rosselló, perteneciente también al PNP, reaccionó al veto dictando una orden ejecutiva de contenido similar al del proyecto de ley rechazado. Con el texto aprobado, se exigirá a todas las instituciones que soliciten una licencia médica que certifiquen que no llevarán a cabo procedimientos destinados a intentar cambiar la orientación sexual o la identidad de género de menores de edad. «Creo que la idea de que hay personas en nuestra sociedad que necesitan tratamiento por su identidad de género o por quién aman no solo es absurda, sino dañina para tantos niños y jóvenes que se merecen ser tratados con dignidad y respeto», declaró Rosselló.
California fue el primer estado de Estados Unidos en prohibir el uso de las «terapias» reparadoras o de conversión en menores de edad en 2012, no sin gran controversia. Le siguieron el también estado de Nueva Jersey (varios meses después), Washington D.C. (cuyo Consejo legislativo aprobó la norma por unanimidad en 2014) y más tarde se sumaron Oregón, Illinois, Vermont, Nuevo México, Rhode Island, Nevada, Connecticut,
Washington, Hawái, Maryland, Delaware, New Hampshire y Nueva York. El próximo en unirse será Colorado, cuyas cámaras previsiblemente aprobarán un proyecto de ley que firmará el gobernador del estado, el abiertamente gay Jared Polis. Hay además numerosos condados y ciudades que haciendo uso de sus competencias locales han promulgado normas similares.
En Europa, Malta fue pionera
En Europa la pionera fue Malta, que aprobó una ley en 2016. Irlanda y el Reino Unido también dan pasos en esta dirección. En España, mientras tanto, la prohibición de este tipo de intervenciones ha sido ya contemplada en varias normas autonómicas y es una de las disposiciones que preveía la prometida ley en favor de la igualdad y no discriminación de las personas LGTBI (aunque el PP intentó «colar» una proposición alternativa, en forma de enmienda a la totalidad, que no contemplaba este aspecto). Un proyecto que naufragó con la convocatoria de elecciones anticipadas.
En cualquier caso, conviene recordar que el Consejo General de la Psicología, órgano coordinador y representativo de los Colegios Oficiales de Psicólogos de toda España, emitió ya en 2017 un comunicado en el que recordaba que las intervenciones que prometen «curar» la homosexualidad carecen de fundamento. A nivel internacional, ya en marzo de 2016 tenía lugar un histórico pronunciamiento de la Asociación Mundial de Psiquiatría en contra de este tipo de intervenciones, que no solo se han mostrado ineficaces para cambiar la orientación sexual de una persona, sino que resultan muy peligrosas (los riesgos incluyen depresión, ansiedad y comportamiento autodestructivo). Prácticas contra las que ya antes se habían pronunciado numerosas organizaciones profesionales. No es ninguna novedad, pero en estos momentos en los que la promoción de este tipo de intervenciones parece reverdecer en nuestro país (y no solo debido al escándalo de la diócesis de Alcalá: otros casos recientes como el de la «terapeuta» Elena Lorenzo, las charlas de Jokin de Irala o de Richard Cohen así parecen indicarlo) toda aclaración es bienvenida.