Chile: nuevo suicidio de un adolescente trans
Ha vuelto a suceder, en esta ocasión en Copiapó, al norte de Chile. José Matías de la Fuente Guevara, un adolescente trans de 16 años, se ha quitado la vida tras sufrir el acoso tránsfobo de sus compañeras de instituto. Su madre ha denunciado la actitud del centro, una escuela católica para chicas, mientras que desde el MOVILH (Movimiento de Integración y Liberación Homosexual) critican la inacción del Ministerio chileno de Educación a la hora de combatir el acoso tránsfobo.
El chico se lanzó al vacío el pasado 23 de mayo desde el 11º piso en el que vivía, dejando una nota de suicidio en la que daba cuenta de las razones que le impulsaron a tomar la terrible decisión. «Liceo de mierda, todo su entorno, las niñas y la gente en general ahí me colapsó (…) Yo soy solo un maricón culiao, como diría [nombre de una compañera]». José Matías se refería al Liceo Sagrado Corazón, un centro en el que el chico sufrió acoso tránsfobo. «Cámbiame de colegio», asegura su madre que le dijo en la última conversación que mantuvo con él. «Yo lo relacionaba con un tema de amistad, no entendí que el colegio iba a castigar a la niña por ser distinta o no castigarla, nunca la dejaban castigada, pero sí las actitudes: la profesora, que estoy averiguando quien es, la humillaba y la inspectora la trató mal. Las compañeras no han tenido miedo de decirme pasó eso y lo otro», explica la madre, que por momentos utiliza el femenino y por momentos el masculino para referirse a su hijo. «Mi hijo siempre se sintió marginado, se notaba que con suerte tenía dos amigas (…) Pasaba muchas horas en el colegio. Muchas horas de exponerse a miradas, comentarios burlas, eso se lo comió», añade.
Una madre que pese a todo luchaba por aceptarlo tal y como era. «Me gustó que el Mati fuera diferente. Tengo tres hijas maravillosas y son todas diferentes. Yo igual soy diferente. No estar dentro del marco, también es bueno», asegura sobre su hijo, cuyo cambio estético se acentuó a partir de 2017. «La ropa que le compramos era más masculina. No hubo problemas con eso, todo estaba dentro de lo que quería. Me dijo que aros ya no, porque no corresponde y me dio pena porque se los puse cuando nació y yo le dije que yo los quería tener y nos abrazamos y todo bien. Una vez me contó que había tratamiento para su transición, se había informado», añade.
Una madre, también, dolida por la actitud del colegio y de otros padres. «Hice un grupo de WhatsApp de los apoderados de curso y cuando pasó esto [en referencia al suicidio], los papás se salieron del grupo y quedé solo yo. Esta gente fue la que crió a las personas que hicieron esto. A veces no son palabras, son actitudes», explica. «Como mamá puedo decir que no quiero entrar nunca más a ese colegio, quiero que queden manchados con la sangre de mi hijo», asegura.
Por su parte, el Liceo Sagrado Corazón, un instituto católico para chicas, ha hecho público un comunicado en el que expresa su «profundo dolor» por «la pérdida de nuestro estudiante Jose, que como todas nuestras alumnas es lo más valioso de nuestro Liceo [sic]». «Nuestra institución está abierta a entregar a la autoridad competente toda la información necesaria para el esclarecimiento de los hechos, comprometiendo además una investigación interna que dé cuenta de la aplicación de los protocolos de nuestra comunidad educativa y que permita plantear las medidas preventivas tendientes a evitar que vuelva a suceder un hecho semejante», asegura el texto. «Sin embargo, mientras esté en curso la investigación por parte de Fiscalía no podemos adelantar conclusiones de ningún tipo que estigmaticen a nuestro estudiante ni a sus compañeras, ya que no conocemos los fundamentos de los hechos», añade.
Repudio del MOVILH a la actitud de la ministra de Educación
El Movimiento de Integracion y Liberación Homosexual (MOVILH), por su parte, ha «repudiado» la actitud de la ministra de Educación, Marcela Cubillos, así como de la secretaría regional del Ministerio, tanto por referirse al joven en femenino (y señalar a la familia como responsable por el hecho de que algunos de sus parientes se refirieran a él como niña) como por asegurar públicamente que se pueden vulnerar los derechos de los estudiantes trans si las familias así lo autorizan: «Toda la normativa vigente tiene que basarse primero en el consentimiento de la familia; no habiendo consentimiento de la familia obviamente uno habla de lo que la familia está hablando», señaló a la prensa la secretaria regional de Educación.
Unas palabras que han sido duramente criticadas por el MOVILH, que ha pedido la intervención de la Defensoría de la Niñez, del Instituto Nacional de Derechos Humanos y de la Cámara de Diputados. «Esto quiere decir que a los ojos de la Seremi [secretaría regional del Ministerio de Educación], el Liceo Sagrado Corazón es, de antemano y sin ninguna investigación, inocente. Aquí se pasa por alto que si la familia ha cometido errores para referirse a Matías, ello se debe a que el Colegio no le dio ninguna orientación al respecto, teniendo el deber legal y normativo de haberlo hecho. El nunca debió ser tratado como mujer y en sus declaraciones públicas el Colegio lo sigue haciendo hasta ayer. Así, el colegio es a todas luces culpable», ha declarado Ramón Gómez, representante del colectivo LGTB, para el que «la situación es más grave al considerar que la Superintendencia de Educación ha reconocido públicamente que se enteró a través de la prensa de este caso, lo cual implica que la Seremi en ningún caso informó lo ocurrido a dicha instancia , pese a haberse reunido con la familia del joven la semana anterior y haber sido informada sobre los episodios de bullying».
Chicos trans: altas tasas de suicidio
Cómo no traer a colación el demoledor estudio al que hicimos referencia hace solo unos meses, publicado en Pediatrics, la revista que edita la Academia Americana de Pediatría, y que mostraba que la tasa de intentos de suicidio entre las y los adolescentes trans estadounidenses es considerablemente mayor que entre sus coetáneos cis. El grupo en el que los intentos de suicidio son más numerosos es precisamente el de los chicos trans (el 50,8% reportan algún intento de suicidio), seguido de los adolescentes no binarios (41,8%) y de las chicas trans (29,9%).
No era, sin embargo, el primero. Ya otros estudios habían puesto de manifiesto la situación de vulnerabilidad de los menores trans. En 2012, por ejemplo, recogíamos otro de ellos, publicado también en Pediatrics, que mostraba que niños y adolescentes trans sufren más síntomas psiquiátricos, tales como depresión e intentos de suicidio, que niños y adolescentes de su misma edad no transexuales. Las cifras eran mayores en aquellos casos en los que no se daba un manejo especializado de la situación, bien por carecer de medios económicos o porque los padres no los apoyaban en su proceso.
También es cierto que si se quiere combatir esta sangría, se puede: otro estudio del que dábamos cuenta en abril mostraba por ejemplo que solo el hecho de que los jóvenes y adolescentes trans sean tratados en su entorno con el nombre correspondiente a su identidad de género disminuía drásticamente los cuadros depresivos, los pensamientos suicidas e incluso los propios intentos de suicido. Los investigadores sabían de lo que hablaban: fue el mismo equipo que en 2017 estableció que, debido al estigma social, el porcentaje de jóvenes transgénero con ideas suicidas duplicaba el de la población general y cuadriplicaba la propensión a consumir drogas.
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Flick
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