La verdad adolescente: críticas de la serie «Euphoria» y la película «Superempollonas»
La adolescencia es una etapa como ninguna otra en la que nos formamos como seres humanos con consecuencias inevitables. El mundo audiovisual siempre ha retratado esta icónica etapa desde el humor, la nostalgia y el romanticismo, pero sólo recientemente se ha atrevido de verdad a abordar un tema que, en el fondo, preocupa a quienes la atraviesan más que cualquier otro: la sexualidad. Más allá del sexo como tal, la clave de las dos obras que nos ocupan radica en todo lo que conlleva, incluyendo, claro está, la amplia gama de posibilidades que la lucha LGTB nos ha permitido plantearnos.
La serie Euphoria (2019), una de las revelaciones del año, es una valiente apuesta de HBO creada por Sam Levinson, quien también estrenó hace poco la arriesgada película Nación salvaje [crítica]. La base es la miniserie israelí homónima de 2012, pero el contexto social es tan diferente que hablamos de dos obras muy distintas aparte de la audacia a la hora de retratar la adolescencia haciendo especial hincapié en las drogas. La protagonista de la serie que nos ocupa, encarnada por la cantante Zendaya, parece buscar en ellas una respuesta a la banalidad existencial, algo que corrige, sólo parcialmente, su amistad con una chica trans interpretada por la modelo y activista LGTB Hunter Schafer, quien de hecho ha colaborado en la creación de la serie para que sus experiencias reales queden reflejadas. En torno a ellas dos circula una amplia gama de interesantísimos personajes vistos siempre desde el punto de vista adolescente, lo que supone que no haya que tomarse todo al pie de la letra. Los guiones son bestiales, llenos de sorpresas y humor punzante, y la realización, intensa y desafiante, es un perfecto ejemplo de la rica evolución de la ficción televisiva.
La película Superempollonas (Booksmart, 2019), es la ópera prima de la actriz Olivia Wilde. En el centro de la acción volvemos a encontrar una fuerte amistad femenina, esta vez entre una chica heterosexual (Beanie Feldstein, la carismática amiga gordita de Lady Bird [crítica]) y una chica homosexual (Kaitlyn Dever) que se dan cuenta justo al acabar el instituto de que han dejado de lado la diversión para centrarse en entrar en la universidad cuando muchos de sus compañeros han compaginado ambas cosas sin problema. Deseosas de cambiar eso, se enfrentan a la experiencia de sus vidas, una noche tan absurda como genial donde irán de fiesta en fiesta encontrándose con un sinfín de personajes cuyos intérpretes conforman el reparto del año sin necesidad de rostros conocidos más allá de Lisa Kudrow. Pese a la absurda premisa y la simpleza del nombre (que en realidad es Súper empollonas porque la distribuidora decidió optar por una falta ortográfica que me niego a fomentar), estamos ante una película llena de capas psicológicas que invita a reflexionar sobre esa libertad adolescente a la que, para bien y para mal, nunca podremos regresar. Idónea para reír y llorar al mismo tiempo.
Con la amistad femenina en el centro, Euphoria y Superempollonas nos acercan a una realidad adolescente que muchos preferirán ignorar pero que, pese a apostar por el exceso, es bastante más verídica de lo que creemos, al menos en Estados Unidos. Y quizá lo mejor sea la máxima naturalidad con que abordan la cuestión LGTB, que por supuesto ya no tiene que ser un problema.