Megan Rapinoe, la jugadora abiertamente lesbiana que desafió a Trump, lidera la lucha por la igualdad salarial en el fútbol entre hombres y mujeres
Ha sido uno de los nombres del verano. La futbolista Megan Rapinoe, abiertamente lesbiana, activista por los derechos LGTBI y de las mujeres y capitana de la selección estadounidense de fútbol. Su equipo se proclamó campeón del mundo por cuarta vez, se enfrentó abiertamente al presidente Trump y ahora lidera una campaña en favor de la igualdad salarial entre futbolistas hombres y mujeres.
La centrocampista estadounidense salió públicamente del armario en el verano de 2012, a los 27 años. Es pareja desde hace varios años de la jugadora de baloncesto Sue Bird, y lleva años comprometida con la visibilización del colectivo LGTBI en el deporte profesional. «No puedes ganar un mundial sin jugadores gais [‘You can’t win without gay players’, en el original. En inglés, recordemos, el uso de ‘gay’ es indistinto para chicos y chicas]. No se ha logrado hacer nunca antes. Es pura ciencia», aseguró Rapinoe después de que su equipo se clasificase para las semifinales de la Copa Mundial de Fútbol. Un torneo que se celebró en Francia y del que el equipo estadounidense se proclamó campeón el pasado 7 de julio. Rapinoe tuvo un papel muy destacado en el torneo, del que fue máxima goleadora (junto a su compañera de equipo Alex Morgan y la inglesa Ellen White) y en el que fue considerada la mejor jugadora en su conjunto.
Cabe destacar que Rapinoe no fue, ni muchísimo menos, la única jugadora LGTBI del torneo: hubo 41 jugadoras abiertamente lesbianas o bisexuales. Pero si fue la que acaparó los principales titulares, y no solo por su trayectoria deportiva. También por su abierto enfrentamiento con Donald Trump al asegurar que no visitaría la Casa Blanca en el caso de que su equipo ganase el torneo y el presidente decidiera invitarlo a su residencia oficial.
Todo empezó cuando Rapinoe atendió a los medios después de que su equipo derrotara a España en los octavos de final. Un periodista le preguntó sobre la posibilidad de ser recibida por el presidente. «No voy a ir a la jodida Casa Blanca», respondió ella sin titubeos, en señal de desaprobación a buena parte de las políticas de la administración Trump. De hecho, Rapinoe justificó unos días después su respuesta, asegurando que no quería que la lucha de décadas del equipo femenino estadounidense por la igualdad y la inclusión fuera «autoapropiada por una administración que no siente de la misma forma y no lucha por las mismas cosas».
Más tarde, eso sí, la futbolista aceptó visitar el Congreso. «Puede que no sea la Casa Blanca, pero estaríamos felices de recibir a Megan y a toda la selección para un tour por la Cámara de Representantes en cualquier momento que quisieran», le proponía la representante demócrata Alexandria Ocasio-Cortez a través de Twitter. «Dalo por hecho», contestaba la futbolista, de 34 años, al hilo del mensaje. Ocasio-Cortez es una de las figuras más destacadas del sector izquierdista del Partido Demócrata, siendo también una de las más que más animadversión despierta entre los seguidores de Trump.
Sea como fuere, las palabras de Rapinoe irritaron bastante a Trump, que no dudó en responder a la jugadora —como es habitual en él— a través de su cuenta de Twitter: «[…] A las ligas y los equipos les encanta venir a la Casa Blanca. Soy un gran fan del equipo americano y del fútbol femenino, pero Megan debería ganar primero antes de hablar. ¡Termina el trabajo!». «Aún no hemos invitado a Megan o al equipo, pero ahora estoy invitando al EQUIPO, ganen o pierdan. Megan no debería faltarle nunca el respeto a nuestro país, la Casa Blanca o nuestra bandera, especialmente porque se ha hecho mucho por ella y su equipo-. ¡Siéntete orgullosa de la bandera que vistes! Estados Unidos lo está haciendo genial», añadió, haciendo alarde de su habitual demagogia. Cuando la selección estadounidense se proclamó finalmente campeona del mundo, Trump la felicitó por Twitter sin hacer mención ni a Rapinoe ni a la polémica previa.
Ya de vuelta en Estados Unidos y con la tormenta ya pasada, Megan Rapinoe concedió una entrevista a The Guardian en la consideró la polémica con Trump una estupidez más del presidente. «Ha sido ridículo y absurdo», asegura. «Sinceramente, es un jodido chiste», añadía, en referencia directa a Trump. En la misma entrevista, Rapinoe habla sobre la contradicción que supone para ella haber crecido en un entorno conservador y defender ideas progresistas. «Creo que mi padre votó a Trump. Y yo le digo: ‘No lo entiendo. ¿Cómo puedes estar al mismo tiempo tan orgullosa de mí y al mismo tiempo estar viendo siempre Fox News, que no deja de atacarme», asegura. Una familia que aunque conservadora siempre la ha apoyado en su proceso de visibilización.
Mientras tanto, Rapinoe sigue embarcada en otra lucha: la de la igualdad salarial entre hombres y mujeres en el fútbol profesional. Hace varios meses, junto a varias de sus compañeras, interpuso una demanda ante la justicia federal contra la mismísima Federación Estadounidense de Fútbol por discriminación. Durante este tiempo ha habido conversaciones para intentar llegar a un acuerdo, pero este mes de agosto se dieron por rotas. «No aceptaremos nada que no sea la igualdad salarial», justificó Rapinoe. La Federación Estadounidense de Fútbol, por su parte, ha calificado de «agresiva» la actitud de las jugadoras. Veremos qué sucede finalmente.
Respecto a la igualdad salarial… ¿cuándo se darán cuenta que no va en función del sexo si no en función del dinero que generas?
¿Nadie pide la igualdad salarial para los hombres modelos que cobran decenas de millones menos que sus compañeras mujeres?
Si las mujeres futbolistas quieren cobrar lo mismo que los hombres es sencillo: que llenen estadios y atraigan publicidad al mismo nivel que ellos.
Por la misma regla de tres si a un futbolista famoso se le ocurriera salir del armario deberían pagarle mucho menos porque viendo lo que es el fútbol seguro que muchos padres ya no le comprarían la camiseta con el nombre de un gay a su hijo, y no irían al estadio a ver al gay, como mucho a su equipo. Un ídolo en el fútbol no puede ser mujer u homosexual, pero este ideal del hombre exitoso y heterosexual como ejemplo a seguir no deja de ser una creación artificial que nos venden.
En primer lugar, a los futbolistas se les paga por ganar y jugar bien.
Luego las primas que reciban por vender más camisetas, tener más contratos de publicidad o lo que sea es otro tema.
Un futbolista guapo y con mejor cuerpo hará más campañas o como modelo que otro feo o con un cuerpo más normalito.
Entonces, si un futbolista sale del armario y hay marcas que prefieren no hacer publicidad con él, es lógico que cobraría menos.
Pero la solución no es obligar a las marcas a contratarlos o a la gente a comprar sus camisetas o al club pagarle lo que deja de ganar, sino educar a la gente para que no vea en la orientación sexual una excusa.
No es un ideal que nos venden, sino el ideal mayoritario en el fútbol, es una cuestión estadística. Y es el público quién debe cambiarlo, no que por decreto se creen realidades paralelas y se diga “cobráis lo mismo aunque no produzcáis lo mismo”. Id a los partidos de fútbol femenino, llenad los estadios, comprad sus camisetas… no lloréis y digáis: machismo, heteropatriarcado.