Un estudio promovido por la FELGTB encuentra que el 58% del alumnado trans es víctima de transfobia, sobre todo en forma de insultos, acoso y amenazas
Preocupantes datos los que desvela un estudio elaborado por la FELGTB según el cual el 58% de las personas trans ha sido víctima de transfobia durante su etapa escolar, sobre todo en forma de insultos, acoso y amenazas. LA FELGTB considera urgente la aplicación de protocolos específicos de acompañamiento para menores y jóvenes trans, que parecen mejorar de forma muy clara estas cifras.
El estudio (que puedes descargar aquí) ha sido llevado a cabo mediante un cuestionario estandarizado, autoadministrado en soporte online, dirigido a personas trans que han recibido la enseñanza en España. Participaron 205 personas, de las que se seleccionaron finalmente aquellas con edades comprendidas entre los 16 y los 24 años, lo que se traduce en 73 cuestionarios completados, con un total de 27 preguntas, que han generado 56 variables. Una muestra que no llega a tener significación estadística pero que sí que indica tendencias y tiene valor cualitativo. El periodo de recogida de información fue del 19 de julio al 8 de agosto de 2019.
El 58% de las personas encuestadas en dicho intervalo de edad fueron víctimas de transfobia durante su etapa escolar. Por parte de otros alumnos, fue sobre todo en forma de insultos (40%), acoso (25%), amenazas (22%), ciberviolencia (18%), agresiones físicas (12%) y violencia sexual (9%). Sin embargo, un 15% de las agresiones provinieron del propio profesorado, muy especialmente en forma de insultos (un 8%). El 83% de los jóvenes trans que sufrieron esta violencia considera que su años escolares fueron menos felices que los del resto de alumnos. De hecho, el 81% utilizó un término negativo cuando se les pidió que describieran con una palabra su etapa escolar. Entre los adjetivos más repetidos estaban «horrible», «agobiante», «dura», «infierno», «difícil», «costosa», «incómoda» o «complicada».
Por etapas, fue durante la Educación Secundaria cuando más sufrieron transfobia (37%), seguida de Primaria (25%), Bachillerato o Formación Profesional superior (22%), Educación Infantil (9%) y Universidad (7%). Un 57% de las personas víctimas de transfobia declararon haberla sufrido durante más de una etapa escolar. El 58% aseguró además que el centro educativo no tomó ninguna medida para castigar a quienes las ejercieron. De hecho, el mayor apoyo a las víctimas provino de sus compañeros (48%), muy por encima del profesorado (solo un 15%).
Por otra parte, el 53% de las personas encuestadas afirmó que en el entorno escolar nunca o rara vez se las llamaba por el nombre que correspondía a su género, mientras que en el 66% de los casos la documentación escrita seguía reproduciendo el nombre erróneo (el que les fue asignado al nacer).
Al margen del acoso verbal y/o físico, cuando fueron preguntadas por las principales dificultades que encontraron durante su etapa educativa, las personas encuestadas citan la falta de apoyo y comprensión por parte del profesorado y del resto del alumnado; el sentimiento de soledad; la falta de información y formación sobre la identidad de género y la diversidad afectivo-sexual y familiar que ellas mismas tenían y el sentimiento de no poder expresar quiénes eran por miedo al rechazo. También señalaron aspectos puramente relacionados con la gestión del centro, como la diferenciación del uniforme en función del género, la separación por género en asignaturas como educación física o los baños binarios. El 89% respondió que en su centro existían actividades separadas por géneros; el 76% indicó que no existía en su centro educativo intimidad para cambiarse de ropa; el 99% explicó que en sus centros los aseos están diferenciados por géneros y el 88% aseguró que en eventos y celebraciones se empleaba vestimenta diferente para chicos y chicas.
El 28% de los alumnos que fueron víctimas de violencia tuvo que cambiar de centro, detectándose una tendencia al abandono escolar temprano un 17% superior a la de la población general de la misma edad.
La importancia de los protocolos
Para la FELGTB, el estudio aporta también algún dato positivo: según las respuestas de las personas encuestadas, mientras que en los centros educativos donde no existía protocolo de acompañamiento para menores y jóvenes trans el 74% de las personas encuestadas declaró no haber encontrado apoyo por parte de la comunidad educativa, en los centros que sí contaban con un protocolo el porcentaje descendió hasta un 27%. «Aún hay muchas comunidades autónomas que carecen de leyes autonómicas LGTBI que hacen obligatorios estos protocolos. También hay otras donde sí existe legislación, pero está sin implementar por falta de dotación presupuestaria», señala en este sentido Carlos Castaño, miembro de la Comisión Ejecutiva de FELGTB. «Se trata de menores que están sufriendo y su calidad de vida depende en muchas ocasiones de gestos simples», añade.
Es por eso que desde la FELGTB piden a la comunidad educativa que mientras se aprueban y/o desarrollan estas leyes, mejore la vida de estos menores con gestos tan sencillos como llamarles por su nombre sentido, eliminar la separación por géneros en actividades como la educación física o permitirles vestir el uniforme correspondiente a su identidad sentida. «En cualquier caso, no podemos dejar que los derechos de los menores y jóvenes dependan de la buena voluntad. Por eso, exigimos la aprobación de la Ley Estatal LGTBI que recoge todas estas medidas de forma prioritaria tras la formación de gobierno», exige de todas formas Castaño.
Nora y su mochila menguante
A la luz de todos estos datos, la FELGTB ha lanzado una campaña dirigida a la sociedad en general y a la comunidad educativa en particular para sensibilizar sobre la realidad de los menores y jóvenes trans. Insertamos a continuación el vídeo de la campaña: