Continúa llegando a los colegios material homófobo de HazteOír
La organización ultraconservadora ha mandado cartas, formularios del documento bautizado por los extremistas como «PIN parental» y un manual «contra el adoctrinamiento de género» a 23.000 colegios de toda España. Los últimos centros en recibir este material han sido los centros de Galicia.
HazteOír protagonizó el pasado mes de septiembre su particular ‘Vuelta al cole’ contra la diversidad afectivo-sexual y de género poniendo nuevamente en el foco de su batalla a los menores. La organización ultraconservadora, a la que el Gobierno retiró el estatus de utilidad pública el pasado mes de febrero, elaboró y envió un kit a 23.000 centros escolares de toda España (públicos y concertados) y a sus Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos y Alumnas (Ampas). Este incluye una carta dirigida a la dirección y profesorado del centro en la que se insta a mostrar una actitud combativa ante lo que ellos definen como «adoctrinamiento en ideología de género».
Un «adoctrinamiento» que viene dado, según la organización, por los cursos de Educación sobre Diversidad Afectivo-Sexual y de Género que asociaciones LGTBI imparten a petición de numerosos centros de enseñanza en horario lectivo. Una capacidad reconocida en la LOMCE para que los centros educativos, basados en su propia autonomía, decidan qué formaciones resultan adecuadas para impartir dentro del horario escolar. En este sentido, el kit también incluye un formulario de «PIN parental» para que los padres exijan conocer los contenidos impartidos por cada curso o taller establecido dentro del horario del centro y que sea impartido por personal externo, así como tener la capacidad de que sus hijos e hijas acudan o no a estas formaciones. En la inmensa mayoría de las comunidades autónomas esta exigencia no es válida, pero tras las presiones de Vox para investir un Gobierno autonómico, el Ejecutivo de la Región de Murcia se plegó ante la formación de ultraderecha e implantó la autorización obligatoria de los padres o tutores para que los alumnos puedan acudir a este tipo de actividades. De la misma forma, PP y Ciudadanos han pactado su implantación en Andalucía.
El kit se completa con un extenso manual en el que HazteOír ridiculiza y ataca a la diversidad sexual, a las formaciones que imparten los cursos y a las personas que se sienten sensibilizadas con la causa. En uno de los folletos de la misma campaña, «Mis hijos, mi decisión: Protege a los niños del adoctrinamiento en ideología de género», la organización ultraconservadora llega a asegurar que «existen planes oficiales de adoctrinamiento en las aulas que contemplan iniciar a niños y niñas de 0 a 6 años en juegos eróticos». No es la primera vez que se utiliza esta técnica por parte de HazteOír, que en el logotipo que exhibe en su web se define como «víctima de la ideología de género». Ya en el año 2016 realizó otro envío masivo a centros docentes con material homófobo atacando los progresos de las leyes LGTBI en los parlamentos autonómicos. Acción que ya le costó a la plataforma ultra denuncias y aperturas de diversos expedientes.
Un envío de material que busca apartar al alumnado general del conocimiento y respeto a la diversidad sexual y de género, y que además tendrá consecuencias directas sobre el alumnado LGTBI, al que hará más difícil encontrar el apoyo que necesita en unas etapas de su vida en las que este hecho diferencial les puede llevar a la soledad, a ser víctimas de acoso por sus compañeros y, en múltiples ocasiones, a pensar en el suicidio.
Ante este hecho, la Federación de Enseñanza del sindicato Comisiones Obreras (CC. OO.) interpuso a finales de septiembre una denuncia ante la Fiscalía General del Estado por difundir materiales que «incitan al odio» en centros escolares. La rama educativa del sindicato pidió a la Fiscalía que impidiese su reparto a los centros escolares.
Llega dos meses después a Galicia
Lamentablemente, la medida adoptada por CC. OO. no impidió que dos meses después el material de HazteOír llegase a la comunidad educativa gallega. Desde el colectivo de Vigo Nós Mesmas han denunciado la llegada «masiva» de este material a todos los centros en los que trabaja la Rede Educativa de Apoyo LGTBIQ+. Nós Mesmas está a la espera de un rechazo público de la Xunta de Galicia y la Consellería de Educación a este material, claramente contrario a la legislación vigente gallega como la Estrategia de Igualdad entre hombres y mujeres vigente hasta 2020 o el Protocolo de Atención a Menores Trans de 2017.
Por eso, Nós Mesmas ha pedido a la Xunta una condena pública más allá del apoyo en privado y una guía de actuación para todos los centros y Ampas que reciban la documentación de HazteOir.
Educación al gusto de la ultraderecha
«Es como si unos padres que creyeran en el creacionismo pidieran el ‘PIN parental’ cuando se va a explicar a Darwin en Ciencias Naturales, o que los que creen que la Tierra es plana pudieran disculpar la ausencia de sus hijos a clase de Geografía», expuso el secretario general de la Federación de Enseñanza de CC. OO., Francisco García, al interponer la denuncia. La responsable del gabinete jurídico de este organismo, Carmen Perona, también destacó que la recepción de este material ha provocado «tensión» y «miedo» entre algunos directores y directoras de centros y responsables de Ampas.
En cualquiero caso, el éxito de los ultraconservadores, tanto en su vertiente de organización social (HazteOír) como en su vertiente política (Vox), es haber situado en el debate su idea de «PIN parental», contrario a una ley educativa vigente, la LOMCE, en sus apartados de autonomía de los centros educativos, de atención a la diversidad y educación en valores. Un elemento que por el momento solo parece instaurado en la Región de Murcia (y próximamente en Andalucía), pero tras este movimiento de los ultras parece que será el caballo de batalla en todos los territorios de España donde tengan presencia o puedan condicionar un Gobierno.
Desde diversos colectivos LGTBI se critica que, si finalmente los postulados de los ultraconservadores se imponen, solo acudirán a las charlas de diversidad los alumnos pertenecientes a la comunidad LGTBI y los que ya estén concienciados, dejando fuera a los que necesitan aprender que la diversidad sexual y de género es un aspecto que enriquece a nuestra sociedad y que en ningún aspecto debe considerarse como algo negativo. Otra manera de perpetuar la homofobia, bifobia y transfobia en nuestra sociedad, lanzándoles a las personas LGTBIfobas el mensaje de que su odio está justificado y es aceptable.
Lo confirmo como docente, en mi centro en Albacete capital (me consta que en dos pueblos de la provincia también) «alguien» dejó unos folletos y libros el día de las evaluaciones que fueron retirados por el profesorado (es decir, o era alguien desde dentro del centro educativo, que es posible, o bien vinieron desde fuera y adrede dejaron ese material LGTBIfóbo el día en que todo el profesorado pasaría por allí, las fechas de las evaluaciones son públicas, y hemos recibido varias quejas de padres-madres por tratar «diversos temas», y/o por no defender suficientemente a las religiones en ddiferentes materias: biología, filosofía, físcia, psicología…). Fue puesto en conocimiento del equipo directivo, que mostró inmediato su rechazo. Pero ni hubo condena ni rechazo por apología ideológica desde el centro educativo, ni tampoco se informó a la delegación provincial de Educación. Me consta que parte del profesorado llevó el caso, y la prueba, a los tres sindicatos «progresistas» provinciales y estos no hicieron nada, ni siquiera lo llevaron a la mesa de educación provincial. También se puso en conocimiento de dos partidos políticos locales progresistas, que mostraron su indignación, el resto silencio absoluto. Aún mucho por hacer.
Imagino que el centro al que se refiere Sílfide es público, y por eso condenaron la difusión de este tipo de material que promueve la LGTBIfobia, incluso aunque no hicieran nada más al respecto. Como docente y hombre transexual, la historia de Sílfide me suena y mucho.
Hace dos años estaba en un centro religioso concertado (en la misma comunidad autónoma del colegio que menciona Sílfide), donde no solo se difundió material de Hazte Oír con el beneplácito de la dirección, sino que la propia DIRECTORA del colegio pidió al profesorado que repartieran panfletos de esta asociación ultraconservadora a los padres y madres el día de la entrega de notas. En dichos panfletos aparecían un niño y una niña haciendo el saludo nazi frente a una bandera arcoíris, e incluían un papel para rellenar con datos personales y bancarios con la intención de que las familias que quisieran pudieran contribuir económicamente a la financiación de esta organización abiertamente LGTBIfóbica. Como he dicho antes, el colegio en el que yo estaba por aquel entonces era (y me consta que sigue siendo) CONCERTADO, es decir, que recibe fondos públicos para su financiación. Por si fuera poco, esto sucedió el mismo año de la polémica del vergonzoso autobús tránsfobo con el que Hazte Oír pretendía atacar a lxs niñxs trans, doblemente vulnerables por ser menores y transgénero.
Me consta que no es el único centro de mi ciudad que difunde ideas odio hacia el colectivo LGTBI+. En otros colegios concertados esto se ha hecho sin ningún tipo de pudor o vergüenza, anunciando públicamente que bajo su techo tendrán lugar conferencias contra lo que llaman «ideología de género».
Lo peor de todo es que cuando esto sucedió no pude hacer nada por dos motivos. Primero, mucha gente de aquel centro NO sabía que yo era transexual. Por mi aspecto y por mis documentos legales, que ya estaban correctamente modificados cuando llegué al colegio, daban por hecho que yo era un hombre no transexual. Denunciar la difusión de aquel material LGTBIfóbico hubiera significado hacerme visible como persona transexual en un entorno potencialmente hostil. En segundo lugar, algunas personas, aunque pocas, sí sabían que yo era transexual. Si daba a conocer públicamente que el colegio repartía material de Hazte Oír, sabrían que había sido yo quién había denunciado estos hechos.
Por supuesto, no repartí los panfletos, pero tampoco hice nada más, a parte de hacer unas cuantas fotos. Es terrible y muy triste que quienes no hemos hecho nada malo tengamos que escondernos por miedo a ser acosados, vejados, o despedidos de nuestros trabajos, mientras que aquellas personas que promueven el odio hacia colectivos muy vulnerables puedan hacerlo impunemente, incluso en nuestras escuelas. Han pasado dos años y no parece que las cosas hayan mejorado mucho desde entonces.