Nuevo suicidio de un joven trans en Alcalá de Guadaira (Sevilla)
Lucas, un joven trans de 21 años, se ha quitado la vida en Alcalá de Guadaira, en la provincia de Sevilla. No han trascendido más detalles sobre lo sucedido y en redes sociales se han difundido informaciones confusas sobre las circunstancias que habrían rodeado su trágica decisión. Desde dosmanzanas optamos por publicar íntegramente el comunicado hecho público por Chrysallis, la asociación de familias de menores trans, y que según la activista y diputada socialista en la Asamblea de Madrid Carla Antonelli ha sido consensuado con la familia del joven:
Ha vuelto a suceder. Una vez más y debería ser la última. Una vez más nuestras voces se quiebran desde lo más hondo de nuestro ser. Hoy nos vuelven a invadir la impotencia, el dolor y la incomprensión ante tanto odio sutil. Desde Chrysallis reivindicamos el derecho de todas las personas trans a una vida libre de violencia. No es suicidio, es asesinato social provocado por la transfobia.
Hay muchos tipos de transfobia, está la que se ejerce detrás del visillo, la que se ejerce a hurtadillas, tirando la piedra y escondiendo la mano. Está la que ni siquiera parece transfobia porque se esconde tras una fachada de comprensión y aceptación falsas. Esta transfobia, también es odio y mata.
Todas las personas merecemos las mismas oportunidades, oportunidades para estudiar, trabajar, para enamorarnos y desenamorarnos. Construir ilusiones y llevarlas a cabo, o no, pero mantener esa ilusión como una posibilidad que nos puede acontecer, que nos puede acompañar, que nos puede hacer felices. Si esas ilusiones encuentran obstáculos a pesar de tener el apoyo y acompañamiento familiar, pueden esfumarse y dar paso a la desesperación.
No nos cansamos de repetir una y otra vez que la transfobia mata.
Denunciamos a esta sociedad, saturada de convencionalismos, estereotipos y creencias absurdas que se reproducen en un ciclo interminable y que debe cesar. Exigimos que se ponga fin a todo tipo de odio y violencia, incluido aquel encubierto de buenismo. Invitamos a la reflexión, a la de todas aquellas personas que escudadas por la intimidad de lo que se cuece en las cocinas de sus hogares, se piensan inocentes y se exculpan y lamentan en la distancia y tras los muros.
Reclamamos protección. Las familias solas no podemos. Es imprescindible una sociedad y unas estructuras públicas y legales que garanticen una vida feliz y plena en derechos para las personas trans*.
Una vez más desde Chrysallis lanzamos el grito: ¡NO ES SUICIDIO, ES ASESINATO SOCIAL!
Una vez más lloramos la pérdida de una vida que debería de haber tenido todas las oportunidades para ser vivida plenamente.
Jóvenes trans, una población especialmente vulnerable
Hace solo unas pocas semanas informábamos de otro suicidio de una joven trans de 18 años en Llíria (Valencia). Y antes hemos recogido los casos de Thalía, otra chica trans de 17 años que se quitó la vida en Móstoles en mayo de 2018, o del joven Ekai, en febrero de 2018, en Ondarroa (Vizcaya). Y en las navidades de 2015 era Alan el que se quitaba la vida en Rubí (Barcelona). De otros muchos seguramente ni trascienda su nombre.
Cómo no traer a colación el demoledor estudio al que hicimos referencia en septiembre de 2018, publicado en Pediatrics, la revista que edita la Academia Americana de Pediatría, y que mostraba que la tasa de intentos de suicidio entre las y los adolescentes trans estadounidenses es considerablemente mayor que entre sus coetáneos cis. El grupo en el que los intentos de suicidio son más numerosos era el de los chicos trans (el 50,8% reportan algún intento de suicidio), seguido de los adolescentes no binarios (41,8%) y de las chicas trans (29,9%).
No era, sin embargo, el primero. Ya otros estudios habían puesto de manifiesto la situación de vulnerabilidad de los menores trans. En 2012, por ejemplo, recogíamos otro, publicado también en Pediatrics, que mostraba que niños y adolescentes trans sufren más síntomas psiquiátricos, tales como depresión e intentos de suicidio, que el resto de niños y adolescentes. Las cifras eran mayores en aquellos casos en los que no se daba un manejo especializado de la situación, bien por carecer de medios económicos o porque los padres no los apoyaban en su proceso.
También es cierto que si se quiere combatir esta sangría, se puede: otro estudio del que dábamos cuenta en abril de 2018 mostraba por ejemplo que solo el hecho de que los jóvenes y adolescentes trans sean tratados en su entorno con el nombre correspondiente a su identidad de género disminuía drásticamente los cuadros depresivos, los pensamientos suicidas e incluso los propios intentos de suicido. Los investigadores sabían de lo que hablaban: fue el mismo equipo que en 2017 estableció que, debido al estigma social, el porcentaje de jóvenes trans con ideas suicidas duplicaba el de la población general y cuadriplicaba la propensión a consumir drogas.
Actualización: convocada concentración in memoriam en Sevilla
«Lucas y su familia fueron parte de Chrysallis y de ATA. Por ese motivo, y con la aprobación de su familia, ambas asociaciones convocamos una concentración para honrar su vida, su memoria y mostrar nuestro dolor y consternación. Os invitamos a acompañarnos, el domingo 12 de enero, a las 18 h., en Plaza Nueva de Sevilla. Sin distintivos: solo claveles y velas», ha anunciado Chrysallis en sus redes sociales.
Se me parte el corazón cada vez leo o escucho una noticia así. Lucas, o Ekai o Alan podría haber sido yo hace años. Es importante que sus historias no caigan en el olvido para hacernos ver que todavía queda mucho por cambiar en esta sociedad donde las personas trans parecemos no tener cabida. Se han dado muchos pasos hacia delante, pero sucesos como este ponen en evidencia que NO ES SUFICIENTE.
Hay que seguir combatiendo la transfobia en todas sus formas. Hablemos de ella como lo que es: ODIO Y DISCRIMINACIÓN. No es algo subjetivo que deba ser respetado como opinión personal. ¿Acaso diríamos lo mismo del racismo o del machismo?
Hablemos también de la disforia de género. Se bien que no todas las personas trans sufren disforia, pero las que sí la sufrimos, o la hemos sufrido en el pasado, hemos llegado a sentirnos terriblemente desesperados. NADIE ELIGE SUFRIR. Ojalá hubiera tenido un botón mágico que, al apretarlo, hubiera hecho desaparecer toda mi disforia sin dejar de ser hombre y trans, pero ese botón no existe. Hay personas trans sin disforia y otras con ella. Reivindiquemos que, por ejemplo, hay chicos con pecho y vulva que se sienten muy felices con su cuerpo, y no por ello son menos varones. Hablemos también de los hombres con vulva que sufren debido a su cuerpo y sus genitales. El bienestar de la persona debe estar por encima de todo. Yo soy el primero que soy reacio a tomar medidas que pueden hacer más daño que beneficio. Sin embargo, NO dilatemos innecesariamente la espera para tratamientos y operaciones que pueden cambiar a mejor la vida de personas muy vulnerables. NO cuestionemos tampoco el derecho de esas personas a un tratamiento que NECESITAN (no es un capricho, ni una simple «mejora estética» como quien se hace un tatuaje o se tiñe el pelo), o mejor dicho, que necesitamos.
Me parecen especialmente llamativos los datos que aporta el estudio de Pediatrics sobre el suicidio en juventud trans. ¡Más del 50% de varones trans jóvenes han intentado suicidarse! Esa es una cifra escalofriante. No pretendo restar importancia a los otros datos, pero entenderéis que como hombre trans esto me llame poderosamente la atención, además de ser la cifra más alta entre todas las referidas en el estudio. Algo está fallando si no se encienden todas nuestras luces de alarma al conocer datos como estos.
¿Por qué el suicidio tanto en general como específicamente en gente trans sigue siendo un tema tabú en nuestra sociedad? ¿Cómo es posible que los hombres transexuales y transgénero sigamos estando tan invisibilizados pese a tener la tasa más alta de intentos de suicidio dentro del colectivo trans (y no me sorprendería que también dentro del colectivo LGTBI+ en general)?