Oregón (Estados Unidos): condenado a seis años de cárcel por propinar una brutal paliza a una mujer trans que utilizó un baño público femenino
Fred Constanza, de 37 años, ha sido condenado por un tribunal de Oregón (Estados Unidos) a casi seis años de prisión por la brutal paliza que propinó el pasado mes de agosto a Lauren Jackson, una mujer trans que utilizó un baño público femenino, el correspondiente a su identidad de género. Como consecuencia de la agresión, la mujer sufrió fractura craneal y una fractura de mandíbula que precisó intervención quirúrgica. El ataque a Jackson, un ejemplo más de la ola de odio tránsfobo que recorre Estados Unidos, ha sido reconocido como delito de odio al haberse producido en Oregón, estado que incluye en dicha categoría a las agresiones motivadas por la identidad de género de la víctima.
Lauren Jackson es una mujer trans de 29 años que el pasado mes de agosto hizo uso del baño público femenino en un parque cerca de Newport, en Oregón. Algo que no gustó a Fred Constanza, de 37 años y natural de Idaho, que se encontraba en el parque con su esposa. Constanza se enfrentó a Jackson («¿qué te crees, que eres una mujer o algo así?», le espetó), la agarró del pelo y, según testigos presentes en el lugar, golpeó su cabeza repetidas veces, dejándola malherida. La mujer fue trasladada al hospital, donde le apreciaron fracturas de cráneo y mandíbula, precisando cirugía por esta última. El agresor, que abandonó el parque junto a su mujer tras propinar a Lauren Jackson la paliza, fue detenido al día siguiente y encarcelado. Un jurado lo encontró culpable de acoso, agresión en segundo grado y delito de odio en primer grado. El pasado 7 de febrero se conoció la condena que le ha sido impuesta, que asciende a 70 meses (casi seis años) de prisión, además de una sanción económica por los daños causados.
Cabe señalar que la consideración de la agresión como delito de odio ha sido posible por haberse producido en Oregón, un estado que desde solo unas pocas semanas antes incluía en dicha categoría a las agresiones motivadas por la identidad de género de la víctima. Lauren Jackson es natural de Utah, pero como parte de su nueva vida tras salir del armario como mujer trans y comenzar su proceso de transición decidió trasladarse a Oregón, estado en el que solo llevaba unos días cuando sufrió la brutal paliza. Pese a todo lo sufrido, Jackson se muestra animosa y dispuesta a que su experiencia pueda ser útil para ayudar a que otras mujeres trans no pasen por lo mismo. «Todas merecemos poder existir y ser felices», declaraba tras conocer la condena a su agresor.
Ojalá fuese así, aunque no faltan razones para el pesimismo dada la profunda ola de transfobia que recorre Estados Unidos y otros países. Pocos días después de conocerse la condena a Fred Constanza, por ejemplo, se producía el asesinato en Puerto Rico de Alexa Luciano, una mujer trans sin hogar de 28 años, acribillada a balazos después de que su imagen se difundiera en redes sociales por usar un baño público femenino, el correspondiente a su identidad de género.
A todos estos descerebrados habría que meterlos en la cárcel de por vida. Son, a parte de psicópatas, personajes no aptos para vivir en sociedad
Totalmente
Siendo hombre transexual, leer noticias como esta me hacen sentir un miedo terrible. Aun así, seguiré pasando al baño de hombres porque ese mi baño, y tengo DERECHO a hacer uso de él como cualquier otro varón, al igual que Lauren Jackson y el resto de mujeres trans tienen derecho a usar el baño de mujeres. NO DAREMOS NI UN PASO ATRÁS.
Me hace gracia que las TERF digan que dejar pasar a las mujeres trans a los baños de mujeres es un peligro para aquellas mujeres que no son trans, cuando realmente son las mujeres trans (y también los hombres trans en los baños de varones) quienes se están exponiendo a situaciones de gran peligro. Por lo menos, en este caso las leyes de Oregón incluyen la categoría de agresión motivada por la identidad de género de la víctima. La pena es que ni siquiera eso ha librado Lauren de una monstruosa paliza. Me preocupa además que nadie saliera al auxilio de la agredida. Al final, hasta que la sociedad esté suficientemente concienciada sobre la transfobia, lo único que puede protegernos es tener cierto «passing» que nos permita entrar al baño que realmente nos corresponde sin llamar la atención, algo que no está al alcance de todas las personas trans, y que algunas ni siquiera se plantean.