Vladimir Putin incluye la prohibición del matrimonio igualitario en su propuesta de reforma constitucional
La Constitución rusa se encuentra en proceso de reforma. En este contexto, el presidente Vladimir Putin, ha propuesto que el texto recoja el veto al matrimonio igualitario, además de una referencia expresa a Dios. Otros aspectos menos llamativos son las reformas institucionales con las que Putin busca mantener el control de la política rusa más allá de su actual mandato presidencial.
Se van conociendo nuevas trazas de la reforma constitucional que pretende el presidente ruso, Vladimir Putin, y entre ellas no podía faltar la de blindar la homofobia de Estado ya vigente en Rusia con la ley contra la «propaganda homosexual», un texto aprobado en 2013 que prohíbe informar positivamente sobre homosexualidad a menores, lo que en la práctica bloquea la difusión de cualquier iniciativa en materia LGTBI o incluso su celebración en público. Ahora, entre las medidas propuestas por Putin se encuentra el que la la Constitución rusa defina expresamente el matrimonio como «la unión entre un hombre y una mujer». Esto impediría que un hipotético Ejecutivo ruso favorable al matrimonio igualitario pudiera promover la medida sin antes cambiar la Constitución. Ya en febrero el presidente ruso había anticipado sus intenciones al asegurar que nunca permitiría que existiese «progenitor 1» y «progenitor 2», solo «papá» y «mamá».
La propuesta de Putin no es precisamente original en el ámbito de la Europa del Este (el matrimonio entre personas del mismo sexo está prohibido en las constituciones de Bielorrusia, Bulgaria, Croacia, Eslovaquia, Hungría, Letonia, Lituania, Moldavia, Montenegro, Polonia, Serbia o Ucrania) y tendría escasa repercusión práctica (nadie cree realmente que a corto o medio plazo Rusia abra la discusión del matrimonio igualitario), pero que sin duda será vista con simpatía por la mayoría social rusa. Putin, en este sentido, vuelve a utilizar a la comunidad LGTBI como cabeza de turco sobre la que focalizar la atención para distraer de otras propuestas cara a conseguir el apoyo de los rusos al nuevo texto constitucional, que tras finalizar su trámite parlamentario será sometido a referéndum, previsto para el próximo 22 de abril.
Una nueva Constitución para mantener Rusia bajo su tutela
Vladimir Putin lucha por seguir erigiéndose como nuevo padre de la patria rusa. El líder lleva 20 años al frente del Kremlin, solo interrumpidos por el periodo 2008-2012 en los que su delfín Dmitri Medvédev ostentó la jefatura de Estado en lo que muchos han calificado como un gobierno títere bajo las órdenes de Putin. La Constitución rusa actual limita el mandato de los presidentes a dos legislaturas seguidas, con lo que el mandatario no podría volver a revalidarlo tras 2024, fecha en la que acaba esta legislatura.
El líder ruso, conocedor de esta limitación, ha propuesto una serie de cambios en el texto constitucional ha forzado la dimisión del Gobierno para precipitar el proceso. En el texto propuesto por Putin no se modifica la cantidad de años que una persona puede estar al frente de la Federación Rusa, pero sí que recorta los poderes del Gobierno en favor del Consejo de Estado y el Consejo de Seguridad, de los cuales todo apunta a que formará parte tras dejar la jefatura del Estado.
Aspectos que sin duda quedarán oscurecidos por la prohibición del matrimonio igualitario o por otras propuestas como el expreso reconocimiento de Dios. «La Federación Rusa, unida por una historia de mil años, preservando la memoria de los antepasados que nos transmitieron los ideales y la fe en Dios, así como la continuidad en el desarrollo del Estado ruso, reconoce la unidad estatal históricamente establecida», reza la nueva enmienda. Un duro golpe a la laicidad del texto que hasta ahora no hacía mención a la figura de Dios y que dictaba que ninguna religión puede ser considerada obligatoria u oficial. Un movimiento que según los analistas es una concesión a la Iglesia ortodoxa rusa con vistas a reforzar su apoyo a la reforma. Otra de las iniciativas de Putin es blindar legalmente el control ruso sobre la disputada península de Crimea. En este sentido, también quedarían recogidas las repúblicas independientes ucranianas e incluso una futura anexión de Bielorrusia si así se acuerda entre ambos gobiernos.