Eduardo Rubiño (político y activista): «Carmena no me hizo magdalenas, pero se lo perdono por haber sido la mejor alcaldesa de Madrid en décadas»
Eduardo Rubiño es madrileño, tiene 28 años y es un referente político LGTBI. Participó activamente en el 15-M y en 2015 se convirtió en el diputado más joven de la Asamblea de Madrid por Podemos. Acabó abandonando ese partido por discrepancias y se pasó a Más Madrid, que el año pasado le designó senador autonómico y le ha permitido seguir siendo diputado autonómico. Charlamos con él antes de la actual crisis del coronavirus, y hoy publicamos la entrevista.
Empezó llevándole las redes sociales a Podemos. ¿Necesitó muchas sesiones con el psicólogo después?
Es algo de lo que me siento muy orgulloso. Conseguimos colocar un partido surgido de la nada a la vanguardia de la comunicación digital en España en muy poco tiempo. Pero sí es cierto que abandonar la criatura que viste crecer y por la que te dejaste la piel es doloroso.
Escuché que estudió filosofía. ¿Ve mucho de eso en los debates parlamentarios?
La filosofía es la gran tapada en los parlamentos. En la Asamblea hay prácticamente una decena de diputados de distintos partidos que venimos de allí. Hay que reivindicarla, porque se nota quién tiene la cabeza amueblada y quién lo más profundo que ha visto es el rollo autoayuda Mr. Wonderful. Son nuestras raíces como civilización, la historia del pensamiento que atraviesa todo lo que somos hoy, y es un completo drama que la estén desplazando de nuestras escuelas.
¿A Lidia Falcón la ve más kantiana o nietzscheiana?
Que alguien soporte las torturas de Billy el Niño por defender un Estado de Derecho y un mundo más justo me parece uno de los ejemplos prácticos más elocuentes que pueden hacerse del imperativo categórico kantiano. Pero que en nombre del feminismo Lidia Falcón cargue contra las mujeres trans y busque excluirlas de la lucha, cuando son uno de los grupos más golpeados y que más ha sufrido precisamente el mismo sistema cultural de sexo-género que durante siglos ha oprimido a mujeres y LGTB, me parece justo lo contrario: una incapacidad cruel para ponerse en el lugar de cualquier otro, lo cual es profundamente anti-kantiano. El heteropatriarcado es la raíz común de la opresión que sufren las mujeres y las personas LGTBI, y se ha cebado siempre especialmente con las personas trans.
¿Le pareció bonito salir del armario en plena Asamblea?
Bueno, yo había salido del armario mucho antes, desde que me eché novio a los dieciséis. Pero uno no sale del armario una vez, sale muchas. Con cada nuevo entorno social siempre hay que lidiar con la presunción de heterosexualidad: todo el mundo es heterosexual hasta que se demuestre lo contrario. Que Pablo [Iglesias] lo contara a raíz de una anécdota en Twitter me facilitó muchísimo las cosas.
Dicen que es más errejonista que su jefe. ¿Le disputaría el trono?
Yo siempre he estado donde he creído que podía trabajar por aquello en lo que creía. Estuve al lado de Pablo con absoluta lealtad hasta que la deriva del partido me llevó a tomar una decisión, la cual le transmití. Sentí que no había espacio para la discrepancia, y eso es lo más triste que le puede pasar a una organización. Íñigo es una persona que tiene muy presente lo de construir proyectos en los que quepan todas las posiciones, donde hay deliberación, reglas del juego, órganos y equilibrio de poderes. Ese es el rumbo con el que queremos construir Más Madrid, y en ese proceso estamos. Se trata de construir una organización republicana, en el sentido más genuino del término. Por eso me siento cómodo donde estoy ahora mismo.
¿Le llegó a cocinar magdalenas Manuela Carmena?
A mí no, la verdad. Me siento defraudado por eso. Pero se lo perdono por haber sido la mejor alcaldesa de Madrid en décadas.
Pues qué desagradecida, después de aquel beso que organizó entre Errejón y ella…
Yo organicé la fiesta junto con el maravilloso equipo del sectorial LGTB de Más Madrid, y luego ellos eclipsaron todo nuestro esfuerzo con su beso, que barrió todas las portadas [ríe]. Fuera de bromas, la verdad es que fue un momentazo, inesperado y divertido. Era una fiesta para reivindicar la libertad de amar y de ser. También hay que reivindicar el amor intergeneracional. Hicieron un tándem fantástico en campaña y fue una muestra de cariño mutuo.
¿En la vida real también hace usted de celestina con los colegas?
Lo de ser celestina se me da regular. Soy de los que no se enteran de nada por la vida, ni cuando la cosa va conmigo… ¡como para darme cuenta de los tonteos de los demás!
«Utilizo Grindr con mi pareja». ¿Lo hacen así para ahorrar datos?
Es que hay muchos modelos de pareja, y también mucho tabú con las apps de ligoteo, que parece que pasa algo por tenerlas. Hay que mostrar con naturalidad que podemos vivir cada relación a nuestra manera y disfrutar de la sexualidad de forma libre. Aunque la verdad, hablando de Grindr convendría bajar un poco la toxicidad de las redes sociales en general, y de apps como esta en particular. Convendría revisarnos hasta qué punto generamos espacios impersonales, que reproducen estereotipos crueles entre nosotros y nos olvidamos por completo que más allá del calentón hay personas detrás de la pantalla.
¿Para ligar también se pone usted profundo?
Me llama usted profundo sin ser yo nada de eso.
¿Podría tener un idilio con un simpatizante de VOX?
Me lo tomaría como una misión evangelizadora. Y puede tener su morbo. Eso sí, te diré que hay votantes de VOX arrastrados por un mensaje falaz contra la clase política y el establishment que no necesariamente comparten los valores retrógrados de sus dirigentes. No deja de ser impensable porque VOX se montó con el dinero sacado de los chiringuitos en Madrid, y Abascal lleva toda la vida en política o comiendo de alguna mamandurria (como lo llamaba su madrina Esperanza Aguirre). Que esa gente venga a dar lecciones sobre acabar con los privilegios políticos es de chiste. Son todo lo contrario, vienen a corroer los derechos y libertades por los que tanto costó pelear en España. Y eso es algo que hay que explicar pedagógicamente a la gente honesta a la que pueden haber convencido. A esa gente hay que decirle que defender España es defender la democracia y nuestros derechos, y no lo que hacen estos señores.