Líderes religiosos vinculan los arcoíris de los niños turcos contra el coronavirus a un «plan gay»
Líderes religiosos de Turquía piden acabar con un icono mundial de esperanza ante la crisis del coronavirus. Algunas juntas escolares del país ya han recomendado que niñas y niños turcos no dibujen arcoíris y los expongan en público. La razón no es otra que la LGTBIfobia.
El fanatismo vuelve a hacer de las suyas. Como ya pasara en España con la campaña de odio de HazteOír contra niñas y niños trans y sus familias, los sectores más conservadores de la sociedad turca ponen en su punto de mira a los más pequeños. Esta vez el objetivo concreto de sus iras son los arcoíris que, tras una iniciativa promovida originalmente por el Museo de Arte Moderno de Estambul, se cuelgan de ventanas y balcones como símbolo de resistencia y de ánimo para hacer frente al confinamiento y restricciones impuestas por las autoridades para frenar la pandemia del coronavirus.
Sin embargo, líderes religiosos del país ven con malos ojos esta proliferación de arcoíris, que relacionan con un supuesto «plan» para «volver a los niños gais». En definitiva, temen que un símbolo tan inocente genere en la sociedad un sentimiento positivo hacia el avance de los derechos del colectivo LGTBI. Un mensaje que ha calado en diversas juntas escolares que han invitado expresamente a los directores de los colegios a evitar que sus alumnos participen en la iniciativa, según ha confirmado el sindicato de docentes turco Eğitim Sen. Nada esencialmente distinto a lo que ya hemos sufrido en España recientemente con las protestas contra las charlas sobre diversidad afectivo-sexual y de género.
La gran duda es hasta qué punto desde el Gobierno de Erdoğan se apoya activamente el llamamiento a boicotear los arcoíris. No sería de extrañar, ya que, como recogimos recientemente en dosmanzanas.com, la Dirección de Asuntos Religiosos turca ha abierto una guerra contra la comunidad LGTBI acusándola de, por ejemplo, ser la causante de enfermedades como el VIH/sida. Algo que fue contestado desde las organizaciones defensoras de los derechos humanos y respondido por el presidente Erdoğan en estos términos: «Cualquier ataque al director de Asuntos Religiosos es un ataque al Estado».
«Por desgracia, este tipo de mentalidad anti-LGTBQ está muy extendida, incluso sin que la gente corriente vea una conexión entre los dibujos de los niños y los derechos gais», ha declarado Meral Gülsen, representante del sindicato Eğitim Sen. Sea como sea, las niñas y niños turcos han dejado de ser libres para pintar sus arcoíris porque desde diversas instituciones se ha acabado politizando el gesto y convirtiéndolo incluso en un símbolo «contrario a las tradiciones turcas».
Y todo esto en un clima político en el que Erdoğan y su partido, el islamista AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo), han perdido en el año precedente algunos de sus bastiones (como la alcaldía de Estambul) en favor de la oposición más laica y moderada. Oposición que también denuncia estrategias de bloqueo con la crisis del coronavirus como excusa. Acusaciones que se repiten desde organismos independientes.