Una joven trans de 23 años, primera persona LGTBI asesinada en Honduras desde el inicio de la crisis del coronavirus
Luz Clarita Zúniga, una mujer trans de 23 años de edad, se ha convertido en la primera persona LGTBI asesinada en Honduras desde el inicio de la crisis del coronavirus. Un país, Honduras, en el que la violencia contra el colectivo LGTBI está a la orden de del día. En los últimos diez años, el Observatorio de Muertes Violentas de la Comunidad LGBTI, de la Red Lésbica Cattrachas, ha registrado 357 asesinatos en el país centroamericano.
La joven, que vivía en la calle, fue asesinada en la tarde del viernes 1 de mayo en la ciudad costera de La Ceiba, según informa la agencia Presentes. «Una vez más nuestra comunidad transgénera se viste de luto ante otro hecho de violencia escalonada hacia nuestra población vulneralizada. Un crimen basado en género y odio. Luz Clarita se suma así a una lista interminable de transfeminicidios en nuestro país», se lamentaba en un comunicado la Organización Prounión Ceibeña (OPROUCE). «Es la única persona LGBTI asesinada durante dos meses en Honduras, teníamos cero asesinatos desde que comenzó la pandemia hasta ahora», declaraba a Presentes Indyra Mendoza, directora de Cattrachas. «Nos asesinan por discriminación, por odio a nuestra población. Con esta pandemia nos hacemos más vulnerables por la pobreza y más si son trabajadoras sexuales porque ahorita no pueden trabajar para su alimentación o pago de renta», añadía por su parte Gabriela Redondo, directora del colectivo Unidad Color Rosa de San Pedro Sula.
El Observatorio de Muertes Violentas de la Comunidad LGBTI de la Red Lésbica Cattrachas ha registrado en lo que va de año 6 asesinatos. En 2019 tuvo constancia de 41. En los últimos diez años suman un total de 357. De ellas, 204 víctimas fueron identificadas como gais, 112 como personas trans y 41 como lesbianas. Entre las personas trans, destaca muy especialmente el alto número de mujeres asesinadas que ejercían el trabajo sexual (52). Un gran número de estos asesinatos permanecen impunes.
También destaca el alto número de activistas perseguidos. Sin hacer un seguimiento intensivo, son numerosos los casos que en dosmanzanas hemos recogido en los últimos años. Sobre todo tras el golpe de Estado del año 2009, a partir del cual la situación se deterioró especialmente, con episodios como la muerte del activista LGTB Walter Tróchez en diciembre de 2009 tras recibir una paliza a manos de agresores que se sospecha eran miembros de la Dirección Nacional de Investigación Criminal o el asesinato de los también activistas Wilmer García Alvarado y Erick Martínez Ávila en septiembre de 2010 y en mayo de 2012. La relativa normalización política de años posteriores no se acompañó, sin embargo, de una mejora de la situación de la comunidad LGTBI, cuyos miembros ha seguido siendo objeto de violencia. En 2017 recogíamos, por ejemplo, el asesinato de la activista trans Sherlyn Montoya.
Corría 2016 cuando nos hacíamos eco de un informe para Index on Censorship, que profundizaba en el aumento de la violencia por LGTBIfobia en Honduras, relacionado con diversos factores: el recrudecimiento de la hostilidad de las autoridades hacia los colectivos LGTB organizados tras el golpe de 2009; la proliferación de pandillas o maras; la antipatía de ciertos medios de comunicación hacia las asociaciones pro derechos humanos… Por no olvidar el papel de la Iglesia católica y de los grupos evangélicos como instigadores de odio. No parece que la situación haya mejorado desde entonces.