Cuatro series LGTB para ver en Netflix: críticas de «Hollywood», «The Politician», «Feel Good» y «La casa de las flores»
Aunque la vida en España vuelve poco a poco a la normalidad, quedarse en casa sigue siendo la mejor opción en la mayoría de los casos. Y, para eso, nada mejor que una serie adictiva. Hoy os traigo cuatro recientes series LGTB de Netflix, uno de los grandes aliados audiovisuales de nuestra comunidad.
Hollywood (2020) es la última producción de Ryan Murphy, probablemente la figura actual más importante en lo que a representación LGTB televisiva respecta. En este mismo espacio ya he reivindicado American Horror Story: Asylum [crítica], Pose [crítica] y American Crime Story: El asesinato de Gianni Versace [crítica] pero lo cierto es que todas sus creaciones son interesantes y, aunque la comunidad LGTB no es siempre protagonista, sí está muy presente… y maravillosamente bien tratada desde la perfecta mezcla de respeto y espíritu desprejuiciado. La miniserie que nos ocupa quizá sea la más floja de todas ellas, levantada por el evocador diseño de producción, el simpático reparto encabezado por David Corenswet y, claro está, el atractivo del tema cinematográfico, pero sigue valiendo la pena. A propósito de esto último, esta producción aborda el tema del racismo en Hollywood en los años 40, saliendo incluso Hattie McDaniel (encarnada por Queen Latifah), cuyo nombre ha sido más que pronunciado últimamente al tratarse de la primera intérprete negra ganadora del Oscar gracias a Lo que el viento se llevó… Y ofrece una realidad paralela donde las minorías (también las mujeres y los homosexuales, claro) juegan un papel que nunca se les ofreció en el mundo real; vale que es tan utópica y exagerada que poco hace verdaderamente por la lucha, pero a veces soñar no está de más.
Sin embargo, The Politician (2019-2020), que estrena hoy mismo su segunda temporada, es una de las mejores creaciones de Ryan Murphy. En ella, Ben Platt encarna a un adolescente que siempre ha querido ser presidente y no podría por tanto tomarse más en serio las elecciones estudiantiles, donde debe verse las caras con la exnovia (Lucy Boynton, pareja real y ficticia de Rami Malek en la cuestionable Bohemian Rhapsody [crítica]) del que fuera, digamos, su mejor amigo (de nuevo, David Corenswet, irresistible). Todo es absurdamente genial pero, bajo la superficie, reside una interesante reflexión sobre la política y la sociedad capitalista en su conjunto (mucha atención al capítulo centrado en ese votante anónimo que, como tantos otros, pasa olímpicamente de todo y tiene sin embargo tanto en sus manos). Además, la realización es hipnótica, el uso de la música, conmovedor (¡ay, ese «River»!) y el reparto, que también incluye a las oscarizadas Gwyneth Paltrow y Jessica Lange, ambas más inspiradas que nunca, inmejorable.
Entretanto, la británica Feel Good (2020) se centra en una humorista canadiense andrógina (Mae Martin, encarnándose genialmente a sí misma), que vive en Londres, donde debe lidiar con la abstinencia, la adicción y su relación con su novia (Charlotte Ritchie), que hasta entonces creía ser heterosexual y solo parece haber cambiado de acera gracias a la hipnótica masculinidad de la protagonista. La joven Ally Pankiw debuta como directora de una pequeña serie de seis capítulos en torno a una relación de pareja harto inusual que aborda sin condescencia alguna un sinfín de cuestiones interesantes para el feminismo, la masculinidad y la comunidad LGTB. Además, el humor es ácido, punzante y original, a destacar las apariciones puntuales de la siempre genial Lisa Ludrow como la madre de Mae. Y, pese a la crudeza de determinados temas, siempre se impone la emoción que da título a la serie.
Finalmente, La casa de las flores (2018-2020) es una simpática parodia de las telenovelas mexicanas creada por Manolo Caro y protagonizada por Verónica Castro, Cecilia Suárez, Aislinn Derbez, Darío Yazbek Bernal y Arturo Ríos, miembros de una familia de clase alta pero estabilidad baja que trata de aparentar perfección como gestora de una floristería mientras oculta numerosos secretos tan oscuros como desternillantemente absurdos. En la línea de la estadounidense Jane The Virgin, esta serie se ríe de los tópicos de las telenovelas, dando lugar a situaciones verdaderamente divertidas, pero no del subgénero televisivo en sí mismo, del que extrae la intensidad melodramática, la emotividad romántica y, claro, las sorpresivas intrigas. Sin embargo, lo mejor de esta producción es el protagonismo que cede a la comunidad LGTB, rara vez presente en los éxitos televisivos de la aún muy LGTBófoba Latinoamérica. Es un tratamiento anticuado desde la perspectiva europea, empezando por el hecho de que el personaje de la mujer trans se haya dado a Paco León, pero sigue siendo un paso agigantado que no debe desestimarse.
Las cuatro series que nos ocupan, venidas de Estados Unidos, Reino Unido y México, plantean modos muy diferentes de retratar a la comunidad LGTB, todos ellos innovadores e imposibles de imaginar hace tan solo una década. Y lo mejor es que, además de poner su granito de arena a la visibilidad de identidades no normativas, son muy entretenidas y perfectas para atraer a todo tipo de espectadores.