Un anuncio abiertamente homófobo sirve de apoyo a Putin en el próximo referéndum sobre la reforma constitucional rusa
El conglomerado de medios Patriot, afin al Kremlin, es el responsable de una campaña de contenido abiertamente homófobo en la que se pide el respaldo a la reforma constitucional promovida por Vladimir Putin. Su contenido, la adopción por parejas del mismo sexo, curiosamente ya prohibida en Rusia. De fondo, la ya tradicional utilización por Putin y su círculo de la homofobia social rusa como un instrumento para reforzar su poder político.
La homofobia de Estado vuelve a hacerse patente en Rusia. A la ley contra la «propaganda homosexual», un texto aprobado en 2013 que prohíbe informar positivamente sobre homosexualidad a menores (lo que en la práctica bloquea la difusión de cualquier iniciativa en materia LGTBI) se une un discurso del odio constante promovido desde las instancias gubernamentales o desde sus satélites. En este caso, ha sido el conglomerado privado de medios Patriot el que ha elaborado una campaña de vídeos que se ha estrenado con uno de fuerte contenido homófobo.
El vídeo, ya retirado de YouTube por infringir los términos del servicio de la plataforma, presenta a un niño en un orfanato, que espera con ilusión ser adoptado. Inicialmente el pequeño es recogido por un padre adoptivo de apariencia tradicionalmente masculina. Inmediatamente, el niño le pregunta dónde está su mamá. Es entonces cuando aparece otro hombre maquillado y vestido con ropa tradicionalmente femenina, que además le regala un vestido al niño, visiblemente entristecido. Las responsables del centro de adopción, sorprendidas, dejan de grabar la que sería una escena emotiva e incluso llegan a escupir de manera despectiva. Al final del anuncio, una voz en off dice: «¿Qué Rusia eliges? Decide el futuro del país. Vota por las enmiendas a la Constitución».
Esas enmiendas, como ya recogimos, elevan a rango constitucional la ya vigente prohibición del matrimonio igualitario en la Federación Rusa, además de una referencia expresa a Dios. Otros aspectos quizá menos llamativos son las reformas institucionales con las que Vladimir Putin busca mantener el control de la política rusa más allá de su actual mandato presidencial. Un objetivo al que contribuye la desarticulación y hostigamiento a los movimientos políticos opositores y sociales críticos y la utilización a su favor de medios gubernamentales o afines como el conglomerado Patriot, al que el diario El Mundo no duda en vincular a una «granja de trolls» a favor de Putin.
De hecho, pese a la apariencia de un movimiento privado y voluntario de esta campaña, lo cierto es que el grupo Patriot está vinculado al empresario Evgeny Prigozhin, gran aliado y beneficiado por Putin y el anuncio destila tanta homofobia como el que ya se realizó para apoyar al presidente ruso en las elecciones presidenciales de marzo de 2018. Por otra parte, la práctica totalidad de los medios de comunicación en Rusia son afines, están controlados directamente por el Kremlin o se someten a un férreo control gubernamental y debido a la ley de «propaganda homosexual» ninguno puede defender los derechos de la comunidad LGTBI o ni siquiera exponer una imagen positiva de la misma.
Es fácil de apreciar que detrás de la despreciable campaña lo que subyace no es más que un nuevo episodio de la tradicional utilización por parte de Putin y su círculo de la homofobia social rusa (que aunque parece haber decaído en los últimos años sigue siendo muy elevada) para consolidar su poder. Aunque sea a costa de generar más sufrimiento a las personas con «orientación sexual no tradicional», el eufemismo oficial que utilizan las autoridades rusas para referirse a la comunidad LGTBI.