La Fiscalía Provincial de Madrid y la jueza se oponen a reabrir el caso de la muerte de Cristina La Veneno
Tanto la Fiscalía como la titular del juzgado de instrucción número 53 de Madrid se oponen a reabrir la causa por la muerte de Cristina Ortiz «La Veneno», que falleció a principios de noviembre de 2016 tras sufrir una caída en su domicilio que le ocasionó un grave traumatismo craneal. Aunque el informe de la autopsia practicada en su día a Cristina concluyó que la fatal caída se debió a un accidente doméstico, sus familiares nunca creyeron esta versión, y aún hoy siguen tratando de reunir pruebas que demuestren que su muerte pudo producirse de forma violenta, ya que su cuerpo presentaba numerosos hematomas y golpes, y sosteniendo que la investigación policial fue chapucera y que su entonces compañero sentimental pudo tener algo que ver con lo ocurrido.
La almeriense Cristina Ortiz nació y creció en el municipio de Adra, donde algunos se lo hicieron pasar regular durante años. Según comenta su hermana Belén, Cristina recibía «acoso físico y verbal. Iba caminando por la calle y le llovían los insultos: ‘¡Maricón!’. Mi hermana Mari Pepa, que era la mayor, se encaraba [con los agresores]. Una vez, incluso, un grupo nos lanzó a la cabeza varios vasos de cubata de cristal cuando salíamos de la discoteca Destello».
En otoño de 1992, Cristina se mudó a Madrid, donde trabajó como prostituta callejera y empezó a ser conocida por el apodo La Veneno. Allá por la primavera de 1996, Cristina se convirtió en todo un fenómeno televisivo (y un ejemplo de visibilidad trans en tiempos difíciles) tras ser descubierta por una reportera del programa Esta noche cruzamos el Mississippi en el madrileño Parque del Oeste —donde entonces ejercía la prostitución—. Pero su personalidad arrolladora se apagó para siempre el 9 de noviembre de 2016, cuando Cristina fallecía, a los 52 años de edad, debido a una caída en su domicilio del madrileño barrio de Tetuán, y tras permanecer algo más de tres días en coma en la UCI del Hospital Universitario La Paz de Madrid.
La primera autopsia, realizada a los pocos días de su fallecimiento por el médico forense adscrito al juzgado de guardia que investigó su muerte, concluyó que la fatal caída se debió a un accidente doméstico. Asimismo, el informe forense recogía que Cristina murió «por un fracaso visceral multiórganico con septicemia y hemorragia menigo-encefálica», y que no existía en su cuerpo ninguna lesión de lucha o defensa que pudiera hacer pensar en un escenario violento como causa del fallecimiento.
Desde un primer momento, se barajaron distintas hipótesis sobre lo ocurrido. Algunos apuntaban a un posible suicidio, pues aunque poco a poco estaba volviendo al ruedo mediático, la existencia cotidiana de Cristina era bastante desdichada y la artista había intentado quitarse la vida en varias ocasiones —en el informe policial constaba que la artista podría haber ingerido alcohol y medicamentos poco antes de la caída, y que ese hecho podría guardar relación con el posterior golpe—. Otros, hablaban de un posible ajuste de cuentas por los detalles que habría revelado en su libro de memorias, ¡Digo! Ni puta ni santa: las memorias de La Veneno, escrito por la periodista Valeria Vegas.
Aunque la mayoría ha puesto siempre en el punto de mira a la persona que encontró su cuerpo malherido: Alín Bogdan, un joven chapero rumano con quien La Veneno mantenía una tóxica relación desde 2014 —curiosamente, el día anterior a la caída, Cristina llamó a la Policía, acusándole de amenazas de muerte—. «He visto cómo se han pegado muchas veces. Se pegaban hostias y se escupían. Ella le echaba de casa y luego volvía a acogerle. Una vez me dijo ella ‘Cebo, no me puedo quitar de encima a este hijo de puta’», comenta a Dosmanzanas su buen amigo, Carlos ‘la Cebollina’.
Según Cebollina y otras personas del entorno de Cristina, la almeriense llevó una vida bastante penosa en sus últimos años. Algunas de ellas han comentado a los periodistas que la pequeña pensión no contributiva que recibía por sus problemas de salud mental no le daba muchas veces para llegar a fin de mes, que andaba consumiendo alcohol y otras drogas, y que había protagonizado algunos altercados con los vecinos del barrio (uno de ellos llegó a denunciarla después de que uno de sus perros, de raza Rottweiler, le atacara y mordiese). Asimismo, su biógrafa Valeria Vegas contó que Cristina había caído de nuevo en la tentación de delinquir (un día que fue a visitarla le mostró un documento donde figuraban varios objetos que Alín le había vendido para costearse sus vicios y que ella pensaba ahora reclamar a su compañía aseguradora).
Sea como fuere, las conclusiones del forense que realizó la autopsia de Cristina no convencieron nunca a sus familiares más allegados, con quienes mantenía una relación distante desde hacía muchos años. «Cristina fue siempre muy madrera, y llamaba a mi madre, para cualquier tontería, casi todos los días. Pero cada vez que nosotros intentábamos llamarla, no había manera de localizarla. Jamás nos ha puesto a nosotros nerviosos, ni nada. Siempre decía ‘es que resulta que a los famosos nos dan una línea de teléfono, pero como los fans no paran de molestarnos, pues cada dos por tres nos la cambian. Pero no os preocupéis, que ya os llamo yo, que vosotros tenéis fijo’”. Y te lo creías. Su orgullo de quedar bien siempre a ojos de sus seres queridos le llevó a lo que le llevó», comenta su hermana Trina Ortiz.
Su familia sospechaba que la causa de la muerte había sido violenta, pues el cuerpo de la almeriense presentaba diversos hematomas y golpes por las piernas, los pies y la cabeza. No en vano, aquellas dudas les llevaron a solicitar un nuevo examen visual del cuerpo, que acabó permaneciendo en la morgue del Tanatorio Norte de Madrid durante más de cuarenta días. Finalmente, en diciembre de 2016, la madre de Cristina, apoyada por varios de sus hijos, dio la orden de realizar la incineración de sus restos. A continuación, las cenizas de la artista —que se convirtió en la personalidad patria más buscada en Google en 2016 por los españoles y hoy cuenta con una placa en homenaje a su figura— fueron repartidas entre el madrileño Parque del Oeste, tal y como ella quería, y Adra, su localidad natal.
Desde entonces, algunos de los familiares de La Veneno no han cejado en su empeño por aclarar las circunstancias en que se produjo su muerte. Les parecía, cuando menos, sospechoso el hecho de que el cuerpo de Cristina —que fue encontrada en su domicilio con un fuerte golpe en la cabeza e inmediatamente perdió la consciencia y fue trasladada al hospital, donde fue intervenida de inmediato por una hemorragia cerebral secundaria al traumatismo— presentase tantos hematomas. También les escamaba que el caso de su muerte se cerrase tan solo nueve días después de su fallecimiento —amén de una investigación policial algo chapucera— y que su pareja en ese momento no fuese debidamente interrogado.
Según la versión ofrecida por Alín, Cristina «se caía muchas veces», lo que justificaría aquellos moretones. «Se había tomado unas pastillas y estaba durmiendo en el sofá. Estaba tranquila. Yo me fui a la calle. Cuando volvía a subir tenía un paquete de tabaco comprado y una botella de whisky vacía. Se la había tomado entera de un golpe. Volví a bajar a la calle porque pensé que estaba dormida. Cuando subí me la encontré sangrando», contaba Alín en una entrevista concedida a El Español.
La Fiscalía descarta ahora el homicidio
Hace apenas unos días, la Fiscalía Provincial de Madrid impugnaba el recurso presentado por la representación legal de la familia de La Veneno contra el auto que denegaba la apertura de nuevas actuaciones para investigar la causa de su fallecimiento. «En el último informe aportado por un perito de parte no se desprendía ningún indicio nuevo acerca de la presunta muerte violenta de la actriz que no se hubiera valorado antes», rezaba el comunicado emitido por la Fiscalía.
Además, el ministerio público alega que tanto el informe de la autopsia de Cristina como la investigación policial que se realizó «ya descartaron la existencia de un presunto delito de homicidio». Asimismo, señala que la petición de reapertura se basa en un informe pericial aportado por la acusación particular que se basa en el análisis de unas fotos «tomadas sin consentimiento en el hospital» y que constituyen una «reinterpretación de datos ya existentes sobre un suceso acaecido hace más de cuatro años». Al poco, la titular del juzgado de instrucción número 53 de Madrid, Mónica Aguirre de la Cuesta, rechazaba igualmente el recurso de reforma interpuesto por la familia de Cristina contra el cierre de la causa por el fallecimiento de la artista, emitiendo para ello un auto que se apoya en el informe de la Fiscalía de Madrid.
Aun así, Óscar Tarruella —criminólogo contratado por la familia de La Veneno para investigar su muerte— ya ha comentado a través de las redes sociales que no piensan darse por vencidos. «La resolución será objeto de Recurso de Apelación ante la Ilustrísima Audiencia Provincial de Madrid por cuanto a nuestro juicio existen testimonios y documentos que acreditan que Cristina tenía diferentes lesiones en su cuerpo compatibles con agresión previa, además de constar que el piso de Cristina había sido alterado a la llegada de los Agentes policiales, pues se les avisó con varias horas de retraso de lo ocurrido, tiempo durante el cual el piso estuvo abierto. Entendemos, dentro del absoluto respeto a las resoluciones judiciales, que un Informe Forense puede ser rebatido con posterioridad, igual que es rebatida una resolución judicial», rezaba un comunicado compartido en su perfil en Twitter.