Infancia trans con naturalidad (sí, es posible): críticas de los documentales «Una niña» y «Transhood»
Hay mucha teoría en torno a la identidad trans. Dudas, debates y dilemas. Y, por desgracia, también mucho prejuicio. Por parte tanto de los LGTBófobos de toda la vida como del nuevo y lamentable feminismo tránsfobo (que debería buscar otro término porque de feminismo tiene poco). Curiosamente, los que tienen la respuesta son los más pequeños de la casa, quienes, sean trans o cis, viven la identidad de género con plena naturalidad siempre y cuando nadie se encargue de lo contrario. Las dos películas a las que me dedico hoy, ambas de corte documental, dan voz a niños y niñas trans y despejan numerosas incógnitas. Una niña acaba de estrenarse en cines y Transhood está disponible desde hace unos meses en HBO.
Sasha es una niña; basta mirarla, y escucharla, para saberlo. Pero la sociedad, anclada al pasado, insiste en afirmar lo contrario. Por suerte, y a diferencia de muchos otros, ella cuenta con el apoyo de sus padres, que deben luchar día a día contra la rigidez de un mundo que no podría antojarse más absurdo. Una niña (Une fille, 2020) muestra a Sasha jugando, bailando y acudiendo a una terapeuta especializada en identidad de género, siempre vistiendo como desea. En la escuela, sin embargo, se refieren a ella en masculino y le exigen actuar como tal, sea lo que sea eso, algo que tanto Sasha como su luchadora madre están decididas a cambiar. Madre e hija son las protagonistas de una obra bellísimamente filmada que optó al Premio de Cine Europeo a mejor documental y obtuvo el concerniente a mejor sonido. Tras la cámara está el maravilloso cineasta parisino Sébastien Lifshitz, que opta merecidamente a seis César por otro documental, Adolescentes (2019), y debería obtener el año que viene otras tantas nominaciones por esta hermosa, sincera y empática mirada a la realidad LGTB, a la cual ya se ha acercado con éxito en cintas tan dispares como Primer verano (2000), Wild Side (2004) o Les invisibles (2012). Si no lo conocéis, corred a Filmin, ya que estos días el Zinegoak le dedica una retrospectiva.
Más ambicioso pero también más controvertido, Transhood (2020) fue filmado durante más de cinco años en la ciudad de Kansas, siguiendo a cuatro niños y niñas trans, a partir de los 4, 9, 12 y 15 años, respectivamente. En un contexto harto conservador, Sharon Liese explora cómo las familias luchan, se transforman y, a veces, encuentran un propósito inesperado en sus identidades. La honestidad y la valentía de sus protagonistas permite rehuir los tópicos y conocer cuatro formas distintas de vivir algo que podría ser perfectamente natural si la sociedad no se empeñara en lo contrario. Y, claro, verlo resulta tan emotivo como frustrante. También, harto revelador, pues, en un alarde de objetividad que le ha costado el odio de más de uno, el documental da voz también a quienes niegan la identidad trans, resultando especialmente doloroso ver cómo una madre cambia por completo de bando al darse cuenta de que, quizá, haya confundido la libertad infantil con la disforia de género. En mi opinión, todo eso vuelve la obra todavía más interesante, pero comprendo perfectamente que no todo el mundo lo vea así. Desde luego, no deja indiferente.
Una niña acaba de estrenarse en cines comerciales españoles, todo un logro para un documental de temática LGTB, y me encantaría que fuerais a verlo y lo recomendarais, tanto a aquellos interesados en la identidad trans como a quienes siguen sin comprenderla. Si no tenéis una sala de cine independiente cerca, os invito a echar un vistazo a Transhood en HBO, que también será una experiencia enriquecedora. Ojalá ambas películas ayuden a que vayan desapareciendo las ataduras y cada uno pueda crecer, sencillamente, como así lo desee.