Cine LGTB, ¿en casa o en las salas?: críticas de «Rizi (Days)», «Poliamor para principiantes», «Mía y Moi», «Port Authority», «El baile de los 41» y «Shiva Baby»
Está siendo un año flojísimo en lo que a películas LGTB estrenadas en cines respecta, pero curiosamente hoy llegan tres a la vez a las salas; tres, además, de corte opuesto, destinadas a públicos muy distintos: Rizi (Days), Poliamor para principiantes y Mía y Moi. Entretanto, tres títulos LGTB igualmente interesantes, Shiva Baby, Port Authority y El baile de los 41, se han estrenado directamente en plataformas digitales, sin pasar por salas, lo que sigue una triste tradición de relegarnos a los márgenes que insto a las distribuidoras a cambiar. Y es que esta misma semana se ha anunciado que el esperado musical drag Todos hablan de Jamie tampoco se verá en cines, sino que irá directo a Prime Video.
Kang (Kang-sheng Lee) vive solo en una casa grande y, a través de los ventanales, mira hacia los árboles azotados por el viento y la lluvia, sintiendo un dolor de origen desconocido que afecta a todo su cuerpo. Non (Anong Houngheuangsy) vive en un pequeño apartamento en Bangkok donde prepara platos tradicionales de su pueblo natal. Los dos se reúnen en un cuarto de hotel y comparten su soledad. Con Rizi (Days), el maestro taiwanés Tsai Ming-liang (Viva el amor, 1994) vuelve a explorar la soledad del mundo contemporáneo, demandando suma paciencia por parte del espectador pero compensando con bellos planos y una sensibilidad desbordante. Solo en cines muy selectos.
Tras perder a su madre, Mía (Bruna Cusí) y Moi (Ricardo Gómez) se refugian en la destartalada casa familiar, en medio de la nada, para sanar las heridas. Él ha sufrido una fuerte crisis nerviosa y ella, como siempre, le cuida. Se suma Biel, novio de Moi (Eneko Sagardoy, que por cierto tiene un personaje precioso en la popular serie Patria) y, poco después, Mikel, exnovio de Mía (Joe Manjón), quien perturba la paz que los demás han creado. Escrita y dirigida por el debutante Borja de la Vega, la pequeña Mía y Moi es una película sensible y sensorial que brilla en sus momentos de intimidad y no tanto en los derivados de una tensión forzada y nada sutil. El reparto está bastante bien, pero Gómez, el eterno Carlitos de Cuéntame, no termina de pillar el punto al personaje más difícil de los cuatro. Aun así, la cinta tiene un aura especial.
Manu (Quim Ávila) tiene ya 28 años y no ha conseguido gran cosa en la vida; justo cuando se convierte en el exitoso youtuber “El ranger del amor”, se enamora perdidamente de Amanda (María Pedraza), una chica poliamorosa que tiene relaciones con una pareja de médicos con dos hijos (Cristina Gallego y Luis Bermejo), una chica trans que trabaja en el mundo de la moda (Lola Rodríguez, muy conocida gracias a Veneno [crítica]) y un modelo cachas (Eduardo Rosa). Entretanto, los padres de Manu (Karra Elejalde y Toni Acosta) inician una relación con la propia impulsora del grupo «Poliamor para principiantes» (Inma Cuevas con pelo rosa, que es más moderno). ¿Y qué sale de todo esto? Pues la última comedia de Fernando Colomo (Los años bárbaros, 1998), quien por un lado da visibilidad a las nuevas formas de amar del siglo XXI y por otro, cómo no, se ríe de ellas. El resultado, razonablemente entretenido, se mueve entre el didactismo y la ofensa. Considerando que es una de las primeras películas que hablan abiertamente de un tema tan incomprendido como es el poliamor, quizá no pueda pedirse mucho más…
Producida por Martin Scorsese y presentada en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes, Port Authority se alzó como mejor película del último LesGaiCineMad. La debutante Danielle Lessovitz brilla tras la cámara para contar con sinceridad y valentía una historia de amor ambientada en el vibrante mundo de los salones de baile de Nueva York, popularizado por la serie Pose. Fionn Whitehead, lanzado al estrellato por Dunkerke (Christopher Nolan, 2017) y Black Mirror: Bandersnatch (David Slade, 2018), y Leyna Bloom, quien en 2017 se convirtió en la primera mujer trans de color que aparece en Vogue India, son los protagonistas y ambos están estupendos en personajes difíciles, arrastrando al espectador a un romance complicado pero hermoso. Está disponible en Movistar+.
En noviembre de 1901, hubo una redada policial ilegal realizada en una fiesta de una vivienda particular de la Ciudad de México, donde muchos de los asistentes, que solo eran hombres de las altas esferas de la sociedad, llevaban ropa femenina. Fue la primera vez que se habló abiertamente de la homosexualidad en los medios mexicanos. ¡Y vaya sí se habló! Pues bien, El baile de los 41, escrita por Monika Revilla y dirigida por David Pablos, rinde homenaje a un acontecimiento homófobo que, tristemente, podría vivirse de un modo similar hoy en día. Alfonso Herrera, Emiliano Zurita y Mabel Cadena encabezan el correcto reparto de una película que podría haber sido grandiosa y se queda en interesante al no lograr compensar el lujo visual al superficial tratamiento de tan complejos hechos. De hecho, hay un aire a telenovela que no termino de decidir si es aposta o no. Ya en Netflix.
Para terminar, toca reivindicar Shiva Baby, la estupenda ópera prima de Emma Seligman, que nos traslada a un funeral judío donde una estudiante universitaria (absolutamente genial Rachel Sennott) se encuentra con su exnovia (Molly Gordon, una de las muchas estrellas de Superempollonas (Olivia Wilde, 2019) [crítica]). Tan simpática como mordaz, esta comedia de enredo retrata las problemáticas identitarias de las familias judías de clase media-alta y, de paso, nos regala uno de los grandes personajes LGTB del año. Es imprescindible y debería haber pasado por salas, pero al menos la tenemos en Filmin.
Como decía, las películas estrenadas en cines no son necesariamente superiores a las que van directas a las plataformas, en especial en el caso del cine LGTB, que sigue teniéndolo muy difícil para apelar a audiencias generalistas pese a lo supuestamente moderno que ya es todo el mundo. De hecho, de los tres estrenos LGTB de hoy, de los primeros del año, hay dos españoles (o sea, con paso por salas casi garantizado) y una cinta taiwanesa que prácticamente solo se verá en cinetecas. En fin, no me canso de decirlo: bravo por las posibilidades que ofrecen las nuevas plataformas de ver películas a las que hasta ahora era imposible de acceder legalmente, pero queremos, merecemos y necesitamos más personajes LGTB en las salas de cine. No queremos volver a los márgenes.