El Gobierno británico anuncia la próxima prohibición de las pseudoterapias de conversión
La prohibición de las mal llamadas «terapias» reparadoras o de conversión, que pretenden modificar la orientación sexual o la identidad de género, está más cerca en el Reino Unido. En el tradicional discurso de la reina ante el Parlamento, Isabel II ha anunciado que el Gobierno de Boris Johnson presentará un proyecto de ley para vetar estas peligrosas prácticas. Se trata de la segunda vez que se plantea una iniciativa de este tipo en el país, tres años después de que la ex primera ministra Theresa May se mostrara partidaria de la prohibición. En Europa, solo Malta y Alemania han aprobado normas similares a nivel estatal.
En marzo de 2017, la predecesora del actual primer ministro británico, Theresa May, rechazaba iniciar la tramitación parlamentaria de una iniciativa legislativa popular, que había conseguido cerca de 33.000 firmas, para prohibir las «terapias» reparadoras o de conversión. Un año después, un portavoz de su Gobierno anunciaba que habían iniciado una encuesta nacional entre la población LGTB para conocer la incidencia de estas prácticas. El estudio, que abarcó a 108.000 personas, reveló que a un 5% se le habían ofrecido estas pseudoterapias y un 2% se había sometido a ellas. La intención del Gobierno de May era utilizar estos resultados para desarrollar un convenio con las asociaciones profesionales de psicoterapia y counseling que acabara con estos «falsos tratamientos». Unos planes que, sin embargo, no cristalizaron en ningún proyecto de ley.
La situación parece algo más prometedora ahora, toda vez que el Gobierno de Boris Johnson ha incluido la prohibición de las pseudoterapias en el discurso de la reina, en el que esboza su agenda legislativa para los próximos meses. Lo cual dota a la promesa, esta vez, de un cierto carácter vinculante. Las palabras concretas del Ejecutivo por boca de la monarca fueron: «Se tomarán medidas para abordar las desigualdades raciales y étnicas y prohibir las terapias de conversión».
La ministra de Mujeres e Igualdad, Liz Truss (en la imagen superior), confirmaba estos planes: «Como líder global de los derechos LGTB, este Gobierno siempre se ha sentido obligado a erradicar la práctica de las terapias de conversión». Se prevé, eso sí, que la norma contenga exenciones para las organizaciones religiosas, como el propio Boris Johnson ha prometido recientemente en una carta a un grupo de iglesias conservadoras conocido como Alianza Evangélica. La oposición laborista teme que esta provisión se convierta en un «coladero» que deje la prohibición en papel mojado. Estaremos pendientes del texto que finalmente llegue al Parlamento.
Si finalmente llega a buen puerto, el Reino Unido se convertiría en el tercer país de Europa en proscribir las pseudoterapias de conversión. En mayo del año pasado, Alemania aprobaba una ley para prohibir, con algunas limitaciones, estas peligrosas prácticas en menores de edad. La pionera fue Malta, que aprobó su ley en 2016. Irlanda ha dado pasos en la misma dirección, antes de la disolución del Parlamento con la convocatoria de elecciones en 2020, y también se debate sobre el asunto en Austria.
En España, mientras tanto, la prohibición de este tipo de intervenciones ha sido ya contemplada en varias normas autonómicas y era una de las disposiciones que preveía la prometida ley en favor de la igualdad y no discriminación de las personas LGTBI (aunque el PP intentó «colar» una proposición alternativa, en forma de enmienda a la totalidad, que no contemplaba este aspecto). Un proyecto que naufragó con la convocatoria de las elecciones de abril de 2019. Tras la repetición electoral, el acuerdo de Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos contempla «la aprobación de una Ley contra la Discriminación de las Personas LGTBI incluyendo la prohibición a nivel nacional de las llamadas terapias de reversión».
«No» rotundo de los especialistas a las pseudoterapias reparadoras
A nivel internacional, ya en marzo de 2016 tenía lugar un histórico pronunciamiento de la Asociación Mundial de Psiquiatría en contra de las terribles «terapias» reparadoras, intervenciones que no solo se han mostrado ineficaces para cambiar la orientación sexual de una persona, sino que resultan muy peligrosas (los riesgos incluyen depresión, ansiedad y comportamiento autodestructivo). Prácticas contra las que ya antes se habían pronunciado numerosas organizaciones profesionales.
Respecto al reto que suponen aquellas personas adultas que movidas por su fe religiosa conservadora acuden por voluntad propia a las consultas para cambiar su orientación sexual, ya desde hace años la Asociación Americana de Psicología recomienda ser «honestos» con ellos respecto a su eficacia, considerando que el objetivo en estos casos debe ser favorecer, sin imposiciones, la aceptación de la propia realidad. Posibles estrategias que sugería Judith Glasshold, la presidenta del comité que en 2009 revisó la evidencia disponible hasta esa fecha, eran insistir en determinados aspectos de la fe religiosa, como la esperanza y el perdón, frente a la condena de la homosexualidad, sugerir el acercamiento a confesiones religiosas que sí aceptan la realidad LGTB o, los casos más recalcitrantes, valorar la adopción del celibato como estilo de vida sin pretender cambiar la orientación.