La principal iglesia luterana de Estados Unidos elige por primera vez en su historia a una persona tránsgenero para acceder al episcopado
Por primera vez en su historia, la Iglesia luterana evangélica en Estados Unidos (ELCA, en sus siglas en inglés), ha elegido a una persona transgénero para acceder al episcopado. Se trata de Megan Rohrer, a la que el sínodo local de su iglesia ha elevado a tal rango por un periodo de seis años. Se trata, de hecho, de la primera persona abiertamente transgénero que alcanza dicha posición en una de las grandes iglesias protestantes en aquel país.
La ELCA es la mayor denominación luterana de Estados Unidos, y la séptima iglesia cristiana del país por número de fieles (unos 3,3 millones de personas). El nombramiento de Rohrer, por tanto, tiene una gran significación social.
Megan Rohrer, de 41 años, ha ejercido su labor pastoral en la Grace Luthern Church de San Francisco (California) desde 2014, además de ocupar otros cargos locales relacionados con la iglesia luterana. Hasta sus años de universidad Rohrer se identificó socialmente como mujer cis lesbiana, pero con posterioridad pasó a identificarse explícitamente como persona transgénero y a utilizar el pronombre they y sus formas derivadas, un recurso cada vez más utilizado en inglés para referirse a personas de género no binario (y que su propia iglesia ha respetado en sus documentos y comunicados). Tiene esposa y dos hijos. El pasado 8 de mayo el Sínodo de Sierra Pacífico, asamblea que agrupa a unas 200 congregaciones de los estados de California y Nevada, votó su acceso al episcopado por un periodo de seis años. Lo logró en la quinta ronda, en la que alcanzó 209 votos frente a los 207 de su último rival.
Cabe destacar que aunque hoy día la ELCA es una iglesia inclusiva, el camino no ha sido fácil. Hasta agosto de 2009, por ejemplo, no permitió la ordenación de sacerdotes gais y lesbianas sexualmente activos, aunque exigiéndoles una relación de pareja «verificable públicamente, para toda la vida y monógama» (con anterioridad lo permitía si se comprometían a llevar una vida célibe). Unos meses después, los estatutos que rigen su ministerio sacerdotal eliminaban toda discriminación por razones de orientación sexual. Un avance inclusivo que sin embargo le costó a la ELCA el cisma de su sector más conservador.