Ilu Ros (ilustradora): «Lorca siempre se sintió cercano a los más vulnerables y marginados»
La figura de Federico García Lorca trascendió a la literatura. De hecho, su enorme talento y su magnética personalidad le llevaron a convertirse en icono de generaciones pasadas, presentes y futuras. De todo ello da fe Ilu Ros en la biografía ilustrada Federico (Lumen), un apasionante libro con bastante ritmo y estructurado en tres actos, en homenaje a la faceta de dramaturgo del autor de Fuente Vaqueros, que hace un recorrido por su vida y obra. Dosmanzanas ha charlado con la ilustradora murciana sobre nuestro poeta más universal.
Pasaste muchas horas consultando la obra de Lorca, sus entrevistas en la prensa de la época, su correspondencia personal, etc. ¿Dirías que su vida está lo suficientemente bien documentada?
Sí, yo creo que tenemos la suerte de tener bastante documentación sobre la figura de Federico García Lorca. Hay partes de su vida que no conocemos, pues es muy difícil dejar constancia de todo, pero creo que está mucho más documentada que la de otros.
Durante la fase de documentación encontraste una carta que el dramaturgo escribió a un amigo en la que decía que no le gustaba que le llamaran Lorca, que prefería Federico. ¿Qué otras cosas descubriste que le gustaban?
En su correspondencia, al final, veías la parte más oculta de su personalidad (para quienes no le conocíamos, claro). A mí me hizo mucha gracia ver la relación que tenía con su familia, sobre todo con su madre, a través de la correspondencia. Tenían la clásica relación madre-hijo en la que la madre estaba siempre metiendo presión con el tema del dinero, con «¿Cuándo vas a sacar una obra?» o «¿Cuándo vas a recuperar dinero de todo lo que te está gustando?». Al final, Lorca era un privilegiado en su época, pues se podía permitir escribir y no trabajar, ya que sus padres le pasaban dinero. Pero todo eso humaniza mucho a la persona, pues vemos que tenía una serie de problemas ordinarios como los que podemos tener nosotros ahora.
Aunque creció en el seno de una familia acomodada, nunca dejó de estar cerca de los vulnerables. ¿Cómo casaba esta actitud suya con la época convulsa que le tocó vivir?
Lo que hace que Lorca sea un autor tan universal con quien todos podemos sentirnos identificados es, precisamente, esa dualidad que existe en él. Fue un niño rico, hijo de terratenientes, que vivía en un pueblo y que tenía una familia con una base cultural muy alta, pero siempre estuvo rodeado de toda la gente que vivía en aquel pueblo: de los jornaleros, de las vecinas, de sus criadas…. Y su familia, a pesar de pertenecer a una clase más alta, mantuvo siempre una relación cercana con la gente más humilde. Su madre era maestra e intentaba enseñar a leer y escribir a la gente pobre de alrededor. Él siempre se sintió cercano a los más vulnerables y marginados. El hecho de ser homosexual le hacía verse en esa parte más marginal o menos reconocida. Creo que era muy empático y sensible, y sabía ver la pena y el dolor de los demás.
En un momento dado, Lorca decidió montar un grupo de teatro universitario (La Barraca) y se fue por los pueblos de España a representar obras del Siglo de Oro para gente que no lo había visto nunca. ¿Siempre tuvo la necesidad de innovar y sentirse útil?
Lorca era una persona muy comprometida con lo social, con la libertad, con dar una educación y con la alfabetización. Su proyecto de La Barraca, por ejemplo, estaba muy ligado a las Misiones Pedagógicas de la II República. Él quería llevar el teatro a los sitios más recónditos. Esa era la alfabetización para él. Lorca estaba comprometido políticamente de esa manera. No estaba comprometido con un partido político en sí, como Alberti lo estuvo con el Partido Comunista, pero sí que había un compromiso por su parte.
¿Cómo vivió el propio Lorca su homosexualidad?
Existen cartas en las que, sin nombrarlo claramente, hay un reconocimiento de su homosexualidad. Dentro de su círculo más cercano, en el que también había otros hombres homosexuales, le resultaba más fácil ser él, en ese sentido. Lorca vivió en una dictadura y, además, también sentía el peso familiar, pues su familia era un pilar fundamental en su vida, así que supongo que lo llevaría con mucha pena, porque no creo que pudiera hablar de ese tema en su casa. Al final, era un hombre de 38 años y, con esa edad, uno suele llevar novias a su casa… Me cuesta imaginar que en su familia no se intuyese lo que pasaba ahí.
Pepín Bello contaba que Lorca «mentía mucho» y que «sus mentiras eran una maravilla». ¿Qué otras cualidades destacaban de él sus amigos y familiares?
Yo creo que las personas más divertidas, y los que mejor saben contar cosas, siempre mienten un poco y exageran las cosas [risas]. Sus amigos decían que, cuando Federico García Lorca hablaba, los demás se callaban, y que era como si se iluminara la habitación. Hay una frase muy bonita de Jorge Guillén que decía que, cuando estabas con Federico, no hacía ni frío ni calor; hacía Federico.
También era muy observador y solía inspirarse en las personas que le rodeaban para crear sus personajes. ¿Te parece que fue el autor más avanzado de su generación?
No soy académica, ni nada de eso, pero, desde mi percepción, diría que sí. Creo que estaba más avanzado que otros autores. En las poesías de su Poeta en Nueva York hay ya un gran vanguardismo y surrealismo. Y El público o Así pasen cinco años son obras que no podían representarse en aquella época por su vanguardismo.
Lamentablemente, fue asesinado en plena Guerra Civil, con apenas 38 años, y todavía se sigue sin saber dónde está su cuerpo. ¿Es cierto que su familia llegó a conocer la ubicación de la fosa en la que fue enterrado?
No tengo ni idea. Hay una leyenda que dice que, aquella noche, su padre y su familia consiguieron ir, desenterrarlo y enterrarlo en algún cementerio. Pero se dicen tantas cosas… El hecho, al final, es que no sabemos dónde está.