Detenida una activista húngara acusada de pegar mensajes de apoyo al colectivo LGTBI en carteles gubernamentales
Zita Pincehelyik, activista del MKKP (Partido Húngaro del Perro de Dos Colas) de la ciudad húngara de Pécs, ha sido detenida el pasado 20 de octubre por haber pegado mensajes con los colores del arcoíris en carteles oficiales. Los mensajes incluían eslóganes como «la vida es bella» o «no estás solo», en apoyo a la comunidad LGTBI húngara, víctima de la legislación discriminatoria del gobierno húngaro en los últimos tiempos. Sin embargo, los mensajes aparecidos en la misma localidad que incitaban a la violencia contra la población LGTBI no han sido objeto de ninguna investigación policial, a pesar de ser denunciados por el propio alcalde de Pécs.
La candidata Zita Pincehelyi es una conocida integrante del MKKP (Partido Húngaro del Perro de Dos Colas), una formación que trata de denunciar la corrupción del poder con el humor y el absurdo como armas. Pincehelyi se manifiesta habitualmente en apoyo de la comunidad LGTBI, víctima de la represión del gobierno húngaro, que este mismo año ha aprobado una ley contra la «propaganda homosexual» que prohíbe cualquier información positiva sobre diversidad afectivo-sexual a menores. Una ley que ya ha fraguado en normativas como la que restringe la venta de libros que traten sobre la homosexualidad o la identidad de género.
La detención de Zita Pincehelyi se basa en la sospecha de que aprovechara una campaña gubernamental del pasado mes de julio, que promovía la participación de los ciudadanos en encuestas y sondeos oficiales, para mostrar su apoyo al colectivo LGTBI. Según la policía, la activista colocó pegatinas en forma de corazón o de arcoíris sobre los carteles gubernamentales que contenían mensajes como «la vida es bella», «no estás solo» o «rellena la encuesta del amor». Sin embargo, en el registro que practicaron en su domicilio no encontraron prueba alguna que sustentara sus sospechas. A pesar de ello, la candidata del MKKP pasó toda la mañana del miércoles 20 detenida en la comisaría de Pécs.
La oposición política ha expresado su rechazo a una detención que se ha producido meses después de los hechos sujeto de investigación y por la inacción policial frente a los ataques de la extrema derecha. El propio alcalde de Pécs, Attila Péterffy, denunciaba que el grupo ultraderechista Mi Hazánk (Nuestra Patria) había pegado carteles en el centro de la ciudad con el siguiente mensaje: «LMBTQ+ – ATEÍSMO – MARXISMO – LIBERALISMO – FEMINISMO – GÉNERO – ¡DESTRUYE AL MONSTRUO!» (la M corresponde a Melegek, homosexual en húngaro). A pesar de la evidente incitación a la violencia contra minorías sexuales y rivales políticos, la policía no inició ninguna investigación porque consideró que ese texto no era lo suficientemente específico como para constituir una incitación y que no perturbaba la paz y el orden.
Hungría: la avanzadilla europea de la LGTBIfobia de Estado
La actual escalada legislativa contra la comunidad LGTBI en Hungría comenzó el 30 de marzo del año pasado, cuando el primer ministro Viktor Orbán asumía poderes extraordinarios con la excusa de la crisis producida por la pandemia de coronavirus. Solo un día después, el vice primer ministro Zsolt Semjén presentaba un proyecto de ley que, entre otras medidas, incluía una modificación de las leyes del registro civil para anular la posibilidad de cambiar el género asignado en los archivos registrales. Un movimiento que tenía lugar tan solo dos años después de que entrara en vigor la norma que abría dicha modificación y que permitía a los ciudadanos húngaros adaptar sus datos legales a su identidad de género, para lo cual necesitaban un informe médico pero sin estar obligados a acreditar que se han sometido a tratamiento hormonal o cirugía de reasignación.
Finalmente, el 19 de mayo la Asamblea Nacional aprobaba la ley que incluye la reforma tránsfoba. Lo hacía por 133 votos a favor (los que reúnen el Fidesz y sus aliados del Partido Popular Demócrata Cristiano) y 57 en contra. Como ya alertábamos entonces, se trata, muy posiblemente, del mayor ataque lanzado contra los derechos de las personas LGTBI en el seno de un país de la Unión Europea. Un órdago que, desde que fue anunciado, solo ha recibido una respuesta tibia por parte de resto de países de la UE y de la propia institución comunitaria.
Pero el Gobierno de Orbán no paró tras este retroceso sin precedentes. Tal vez envalentonado por la falta de contundencia de sus socios europeos y aprovechando de nuevo el agravamiento de la pandemia por coronavirus, la ministra de Justicia Judit Varga presentaba el pasado 10 de noviembre una reforma constitucional que recoge «el derecho de los niños a la propia identidad de acuerdo con su género de nacimiento». Una formulación que se traduce en la negación de la identidad de los menores trans e intersexuales, blindada ahora al máximo nivel normativo.
La modificación constitucional también incluye una ampliación del artículo sobre la familia, que desde 2012 prohíbe el matrimonio entre personas del mismo sexo. Ahora se añade la frase: «La madre es una mujer y el padre, un hombre». La finalidad, cerrar la puerta a cualquier reconocimiento de realidades familiares diferentes a la compuesta por un hombre y una mujer. Por último, la reforma de la ley fundamental impone que la educación en las escuelas húngaras debe inspirarse en «la identidad constitucional de nuestro país y la cultura cristiana», excluyendo por tanto los contenidos sobre diversidad afectivo-sexual.
Tras la aprobación por parte del Gobierno, la mayoría de dos tercios con la que cuentan el Fidesz y sus socios dio su visto bueno el pasado 15 de diciembre en el Parlamento al proyecto de reforma constitucional por 135 votos a favor, 45 en contra y cinco abstenciones. Además, la negación de la homoparentalidad recogida desde ahora en la ley fundamental se completó con la aprobación de un proyecto de ley para limitar la adopción de menores a las parejas casadas (y, por tanto, necesariamente de distinto sexo). La adopción por parte de personas solteras, única vía a la que hasta ahora se podían acoger las parejas del mismo sexo, solo se otorgará en casos excepcionales y previa autorización del ministerio de Asuntos Familiares.
Posteriormente, el 15 de junio de 2021, el Parlamento unicameral húngaro aprobó un proyecto de ley que prohíbe la información positiva sobre diversidad afectivo-sexual a menores. El texto, calificado por el activismo como una versión de la ley rusa contra la «propaganda homosexual», se incluye en un paquete de medidas contra la violencia sexual y la pederastia, lo que corrobora su intención estigmatizadora contra la población LGTBI. La ley afecta a ámbitos como la enseñanza escolar, que se ve sometida a censura, porque se prohíbe de nuevo la «promoción» de la diversidad afectivo-sexual y de género a los alumnos. La educación sexual, en cualquier caso, solo podrá ser impartida por profesores o miembros de organizaciones autorizadas, lo que cierra definitivamente la puerta a charlas sobre la realidad LGTBI por parte de colectivos.
Pero también se ve concernida la propia libertad de expresión, pues se prohíbe la difusión de contenidos en libros, películas y otros formatos que estén a disposición de niños o adolescentes en los que se «describan o promuevan identidades de género diferentes de las adjudicadas en el nacimiento, operaciones genitales y homosexualidad». También se prohíbe la publicidad en la que «la promoción, exhibición o expresión de la propia identidad de género, reasignación de género u homosexualidad sea un elemento definitorio». Muestra de ello es la primera norma surgida en aplicación de la ley, un decreto aprobado en el mes de julio que ordena el sellado y envoltorio de los libros dirigidos a menores que «promuevan» la homosexualidad o la reasignación de género o contengan descripciones de sexualidad «explícita». Se prohíbe la venta de estos libros, vayan dirigidos a menores o adultos, a menos de doscientos metros de una iglesia o un colegio.