Francisco pide a los padres de hijos con «orientaciones sexuales diferentes» que no les condenen, mientras más de un centenar de personas vinculadas a la Iglesia alemana salen del armario
El papa Francisco ha dedicado unas palabras a los padres de hijos con «orientaciones sexuales diferentes» y les ha pedido que les acompañen y no se escondan «en una actitud condenatoria». Una petición que no supone ruptura alguna de la doctrina católica oficial respecto a la homosexualidad, pero que supone un significativo gesto mediático en un momento en el que la Iglesia católica vive un feroz enfrentamiento entre los que demandan un avance inclusivo y los partidarios del tradicionalismo más férreo. Entre los primeros, una parte de la Iglesia alemana, que estos días ha visto como más de un centenar de personas vinculadas directamente a ella (sacerdotes, monjas y monjes, profesores de centros católicos o personal administrativo) han salido del armario bajo el paraguas de la iniciativa Out In Church.
Las palabras de Francisco tuvieron lugar durante una audiencia general que el papa celebró el pasado miércoles en el el aula Pablo VI del Vaticano, en el contexto de una catequesis sobre San José. Puedes acceder aquí al texto completo (publicado en castellano, junto a otros varios idiomas, en la web del Vaticano), pero a continuación reproducimos el párrafo en el que hacía referencia a los padres de las personas homosexuales:
Pienso en este momento en muchas personas que están aplastadas por el peso de la vida y ya no logran ni esperar ni rezar. Que san José pueda ayudarles a abrirse al diálogo con Dios, para reencontrar luz, fuerza y paz. Y pienso también en los padres ante los problemas de los hijos. Hijos con tantas enfermedades, los hijos enfermos, también con enfermedades permanentes: cuánto dolor ahí. Padres que ven orientaciones sexuales diferentes en los hijos; cómo gestionar esto y acompañar a los hijos y no esconderse en una actitud condenatoria. Padres que ven a los hijos que se van, mueren, por una enfermedad y también —es más triste, lo leemos todos los días en los periódicos— jóvenes que hacen chiquilladas y terminan en accidente con el coche. Los padres que ven a los hijos que no van adelante en la escuela y no saben qué hacer… Muchos problemas de los padres. Pensemos cómo ayudarles. Y a estos padres les digo: no os asustéis. Sí, hay dolor. Mucho. Pero pensad cómo resolvió los problemas José y pedid a José que os ayude. Nunca condenar a un hijo. A mí me da mucha ternura —me daba en Buenos Aires— cuando iba en el autobús y pasaba delante de la cárcel: estaba la fila de personas que tenían que entrar para visitar a los presos. Y había madres ahí que me daban mucha ternura: delante del problema de un hijo que se ha equivocado, está preso, no le dejaban solo, daban la cara y lo acompañaban. Esta valentía; valentía de papá y mamá que acompañan a los hijos siempre, siempre. Pidamos al Señor que dé a todos los padres y a todas las madres esta valentía que dio a José. Y después rezar para que el Señor nos ayude en estos momentos.
Como decíamos, lo dicho por Francisco no supone alejamiento ninguno de la doctrina oficial de la Iglesia católica sobre la homosexualidad, y de hecho, en su discurso el papa argentino coloca esta en un plano similar al de la enfermedad o al de los hijos delincuentes, pero sí que supone un significativo gesto medíatico en un momento muy particular, en el que la Iglesia católica vive un feroz enfrentamiento entre los que demandan un avance inclusivo y los partidarios del tradicionalismo más férreo.
Más de un centenar de personas vinculadas a la Iglesia alemana salen del armario
Especial interés tiene, en este sentido, lo que está sucediendo en Alemania, donde hace menos de un año un sector de la jerarquía católica mostró de forma más visible que nunca su apoyo al reconocimiento de las uniones entre personas del mismo sexo a través de un centenar de actos celebrados en iglesias, y donde hace solo unos días 122 personas directamente vinculadas a la Iglesia católica, desde sacerdotes, monjas y monjes hasta profesores de centros católicos y personal administrativo, han protagonizado la iniciativa Out In Church, «por una Iglesia sin miedo», y han visibilizado públicamente su condición de personas LGTBI.
Reproducimos a continuación el manifiesto con el que esta iniciativa (a cuya web puedes acceder aquí) se daba a conocer.
Manifiesto #OutInChurch
Por una Iglesia sin miedo
¡Somos nosotr@s! Se ha hablado mucho sobre nosotr@s: Ahora nos toca a nosotr@s hablar. Nosotr@s, es decir empleados, voluntarios, posibles futuros o antiguos empleados de la Iglesia Católica. Trabajamos y participamos en la formación escolar y universitaria, en la catequesis y educación, en los cuidados, servicios sociales y caritativos, en la acción pastoral, en la administración y organización, como músicos, o en la dirección de una parroquia.
Y nos identificamos, entre otr@s cosas, como homosexuales, bisexuales, trans*, intersexuales, queer y/o no-binarios.
Somos un grupo diverso, al que pertenecen personas valientes que, en un contexto eclesial y de forma individual, ya han salido del closet/armario. Pero también estamos personas, que están en proceso de tomar esa decisión – y quienes por distintas razones aún no la pueden o quieren tomar. Lo que nos une es que llevamos mucho tiempo siendo parte de la Iglesia Católica y seguimos viviéndola, desarrollándola y formándola hasta el día de hoy.
La mayoría de nosotr@s hemos sufrido numerosas experiencias de discriminación y exclusión – también en y por parte de la Iglesia institucional. Así, por ejemplo, el magisterio proclama que nuestra condición «obstaculiza gravemente una correcta relación» con otras personas, que a causa de nuestra «inclinación objetivamente desordenada» no podemos realizarnos como seres humanos, y que una relación entre personas del mismo sexo «no puede ser reconocida como objetivamente ordenada a los designios revelados por Dios». A la luz de los conocimientos actuales de la teología y las ciencias naturales, el magisterio no puede seguir repitiendo ni respaldando estas declaraciones porque, al difamar el amor, la orientación e identidad de género y sexualidad queer, también se desvalúa a la persona. Esa discriminación es una traición al Evangelio y falsifica nuestra vocación como Iglesia de ser «signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano».
Es por eso que ya no queremos quedarnos callad@s. Demandamos una corrección de las posiciones tóxicas e inhumanas del magisterio – y que la Iglesia asuma por fin su responsabilidad en la lucha por los derechos humanos de personas LGBTIQ+ en todo el mundo. Asimismo, demandamos la corrección de la discriminación en las ley de empleo eclesiástico, incluyendo todo pasaje y formulación despectiva y/o excluyente en el «Directorio del servicio eclesiástico».
Porque hasta ahora, much@s en nuestra profesión o entorno eclesial no han podido vivir abiertamente su identidad de género u orientación sexual. Sufren el riesgo de consecuencias laborales, que pueden llegar hasta el despido. Algun@s hemos vivido situaciones en las que obispos, vicarios generales u otros responsables nos han obligado a mantener en secreto nuestra orientación sexual o identidad de género. Y solo con esta condición se nos ha permitido permanecer en el servicio de la Iglesia. Se ha creado así un sistema de ocultación, doble moral e hipocresía, un sistema tóxico, dañino y vergonzante, que hasta perjudica nuestra relación con Dios y nuestra espiritualidad.
Tod@s en la Iglesia, especialmente los obispos como responsables, tenemos el deber de crear una cultura de diversidad, para que las personas LGBTIQ+ podamos vivir nuestro servicio y vocación en la Iglesia abiertamente, sin miedo y en un entorno de apoyo. Vivir abiertamente nuestra orientación sexual o identidad de género nunca puede ser considerado como una traición a la Iglesia ni una razón para no contratar o despedir a alguien. Tampoco el inicio de una relación o matrimonio no heterosexual: Las personas LGBTIQ+ deben tener acceso en igualdad a todas las profesiones en la pastoral de la Iglesia.
Además, la Iglesia debe expresar en sus ritos y celebraciones que Dios bendice a las personas LGBTIQ+, vivan solas o en pareja, y que su amor es fructífero. Esto incluye al menos la bendición de las parejas del mismo sexo que lo soliciten.
Con nuestras demandas, damos un paso adelante y hacemos pública nuestra condición de personas LGBTIQ+ en la Iglesia. Hacemos esto por nosotr@s mism@s y en solidaridad con otr@s que (todavía) no tienen las fuerzas para hacerlo; en solidaridad con todas las personas que sufren sexismo, capacitismo, antisemitismo, racismo y toda forma de discriminación. Pero también lo hacemos por la Iglesia, porque estamos convencidos de que solo la sinceridad es compatible con nuestra misión como Iglesia: la proclamación de la buena y liberadora noticia de Jesús. Y aquellos que creen que la discriminación y la exclusión de las minorías sexuales y de género es la misión de la Iglesia deben cuestionarse si están en la posición de utilizar a Jesús para ello.
Entender los planes y las experiencias de vida de las personas queer es una vía para profundizar en la fe y descubrir la mano de Dios en nuestro mundo. Estamos convencidos de que la diversidad hace a la Iglesia más rica, más creativa, más amable y más viva. Como personas comprometidas con la Iglesia, queremos contribuir con nuestras experiencias y carismas en pie de igualdad y compartirlos con tod@s l@s cristian@s y no cristian@s.
Para un nuevo comienzo, es imprescindible que los líderes de la Iglesia acepten la responsabilidad por las innumerables experiencias negativas de las personas LGBTIQ+, asuman la historia de culpa institucional de la Iglesia y acepten nuestras demandas.
La lucha por la igualdad y contra la discriminación no debe dejarse únicamente en manos de las minorías marginadas. Al contrario, nos concierne a todos.
Con este manifiesto abogamos por la convivencia y cooperación en libertad, basada en el reconocimiento de la dignidad de tod@s dentro de nuestra Iglesia. Por ello, invitamos a tod@s, especialmente a los responsables y líderes de la Iglesia, a apoyar este manifiesto.